Caminar en el Espíritu SantoMuestra
No puedes tener una amistad con alguien cuando sigues llamándolo "eso". Muchas personas no tienen comunión con el Espíritu Santo porque ven al Espíritu como una fuerza no como un amigo. Lo ven como un poder, no como una persona. Jesús nunca se refirió al Espíritu Santo como “eso” sino como “Él". El Espíritu Santo es una persona. No es una paloma, viento, fuego, nube, fuerza, o poder. Ni siquiera es un sentimiento. No es poder. Es una persona real.
Para hablar con el Espíritu Santo, debemos verlo como persona. Algunos ven al Espíritu Santo como lenguas. Por lo tanto, piensan que porque hablan en lenguas, tienen todo lo que hay que tener del Espíritu Santo. La comunión con el Espíritu Santo es más que simplemente hablar en lenguas. Es un don, pero el Espíritu Santo es una persona. No, el Espíritu Santo no son dones; Él es Dios.
Es posible hablar en lenguas por fe pero no tener ninguna intimidad o amistad con el Espíritu Santo. Es posible caminar en los dones y aún así carecer de una relación. Sansón ejerció su don de fuerza extraordinaria pero no tenía ninguna conexión con el Espíritu de Dios. Jesús advirtió sobre las personas que expulsan demonios, sanan enfermos, y profetizan, pero no lo conocen y practican el pecado. Una relación con el Espíritu Santo debe tener prioridad sobre caminar en Su poder y dones. Hablar en lenguas debe alimentar tu relación con el Espíritu Santo, pero no veas al Espíritu Santo simplemente como hablar en lenguas. Eso sería como decir que Jesús es la oración de un pecador. La oración de un pecador lleva a la persona a la salvación, pero Jesús es Dios y persona, y es más grande que “una oración”. El Espíritu Santo es más que dones; Él es Dios. Él quiere una relación. Esa relación comienza con la comprensión de que debemos verlo como persona, no como “eso". Él quiere ser tu amigo. Deja de tratarlo como una fuerza. El Espíritu Santo no es poder. Él es es una persona.
Escrituras
Acerca de este Plan
El Espíritu Santo se ha convertido en el Dios olvidado. No olvidemos que el Espíritu Santo fue el autor de las Escrituras, pero el autor siempre es más grande que su libro. Jesús confió en el Espíritu Santo mientras estuvo en la tierra, dejándonos así un ejemplo para hacer lo mismo.
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