INMUNE AL TEMORMuestra

¡Fe sin preguntas o calificativos!

Temor e incredulidad no son respuestas intelectuales, sino respuestas emocionales del corazón debido a una falta de fe en Dios. Lo cual quiere decir que la raíz de la incredulidad no está en la mente, sino que está en el corazón.

Desgraciadamente, la palabra “fe” se ha convertido en una generalización religiosa. Fe auténtica es aceptar la credibilidad de Dios: “fiel es el que prometió” (Hebreos 10:23). Fe significa que le dejamos las cosas a Jesús, damos un paso con confianza, y obedecemos su Palabra. “Confianza en el Señor” es un principio bíblico fundamental, que debería ser seguido por la actitud: “aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15).

Jesús espera que confiemos en Él con este tipo de actitud y respuesta. ¿Cómo sabemos eso? Bueno, Él hizo la declaración más asombrosa en el libro de Lucas: “y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá” (Lucas 21:16-18).

Él espera nuestra confianza sin importar cuál sea el resultado. Fe no es meramente mostrar aprobación por la Escritura, o ser un experto en doctrina. Podemos ser bíblicamente correctos pero estar vacíos de una confianza real en Dios. Fe es confianza en Jesús como la de un niño, y total rendición de nuestras vidas a Él. Por ejemplo, poner calificativos a oraciones como: “Creeré en ti, Dios, si respondes mis oraciones”, muestra una grave ignorancia de toda la comprensión sobre lo que es la fe.

Dios no siempre hace lo que nosotros pensamos que debería hacer. De hecho, ¡por eso tenemos que confiar en Él! Si Él respondiera cada oración del modo y en el momento que nosotros quisiéramos, no sería necesaria la fe. Además, debemos recordar que Dios es Dios, y nosotros no lo somos. Si demandamos saber por qué Dios hace o no hace algo como una condición para nuestra confianza, entonces no tenemos una fe verdadera. Dios no acepta condiciones para nuestra confianza en Él. ¡Él es el Creador del universo! Él no se conforma al patrón de nuestro pequeño pensamiento a fin de convencernos para que creamos. Si no creemos, es siempre una pérdida para nosotros, no para Él. Que nunca dudemos de Dios o de su bondad hacia nosotros.

Hebreos 11:6 dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.

También, Salmos 34:8 dice: “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él”. Cuando creemos totalmente que Él existe, Él es bueno y nos ama, todos los calificativos y las preguntas se desvanecen.

Como un niño en los brazos de su papá, podemos encontrar descanso para nuestras almas. “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré” (Salmos 91:1-2).