Construyendo una fe firme Muestra

  

¡Un paso atrevido, pero seguro!

¿Y si invitamos al Señor a examinarnos?

En el Salmo 139:23-24, el Rey David hizo una confesión intencional: otorgó conscientemente al Señor la autoridad de escudriñar su corazón. ¡Qué interesante!, ¿no?

Basándonos en lo que dice Jeremías 17:9 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”, me atrevería a decir que el rey David, consciente de esta realidad, consideró que solo con la ayuda del Señor podía dar pasos seguros en su ruta hacia la eternidad. Por ello, decidió proteger la salud de su vida de fe, cediéndole al Señor todo el derecho de probar y conocer las meditaciones más profundas de su ser. Se presentó humilde, con disposición de aprender, dispuesto, no evadiendo ni ignorando su humanidad, para, entonces, dejarse guiar. 

Este último versículo, en la versión NLT en inglés dice: “El corazón es engañoso, más que cualquier otra cosa, y desesperadamente malvado” ¡Wow! Al leer esta frase, me pregunté: ¿A qué se refiere con “desesperadamente malvado”? 

Definitivamente no quise quedarme con la duda, así que, curiosa, me fui a mis herramientas de estudio y encontré lo siguiente: "desesperadamente malvado" usa la palabra hebrea ‘anash’, que indica la melancolía de tener una enfermedad incurable... ¡Wow! Nuestro corazón necesita médico y, al latir, gime ser sanado. ¡Nuestros pensamientos más profundos están arraigados en una naturaleza pecaminosa que sabe que necesita de Cristo! 

Necesitamos ir genuinamente en oración delante del Padre, tal y como David lo hizo, solicitando esta exploración. El Espíritu Santo nos guiará a comprender verdaderamente nuestra condición, abriendo nuestros ojos al engaño que susurra nuestro corazón y nos hace considerar que no necesitamos de nuestro Señor! Ese mismo Espíritu, Quien nos guía a toda verdad, nos llevará de la autosuficiencia a la dependencia.  

Quizás hayamos experimentado alguna vez dolor por habernos avalanchado a la vida confiando en nuestro propio criterio, en las meditaciones y conclusiones de nuestro “desesperadamente malvado” corazón. Pero, benditos son los ejemplos que encontramos en la Palabra de Dios que, al aplicarlos con Fe a nuestra vida, traen sanidad y renovación del entendimiento. 

Cualquiera sea la etapa que estemos viviendo, mientras caminamos, iremos sembrando, viviremos momentos de decisiones importantes que tomar y se presentarán oportunidades en las que debamos expresar nuestras convicciones. Para todo ello, ¡lo necesitaremos a Él!

¡Vamos! Clamemos por Su sabiduría y Su guía por encima de nuestros propios criterios, hagamos de ello un hábito y vivamos en la paz y seguridad de su dirección.