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¿Cuándo te sientes como un adulto o acomodas tu vida?

Has llegado al último día de este Plan Bíblico, pero probablemente aún tengas muchas más preguntas que respuestas. Esto es lo que necesitas saber: Está bien.

Realmente nunca te empiezas a sentir como que eres un adulto, y nunca te sientes como que tienes toda las respuestas, y así es como Dios lo diseñó exactamente. Si tuviésemos todas las respuestas, no necesitaríamos a Dios.

Salmos 119:105 nos dice que la Palabra de Dios es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino. Es una hermosa imagen. Básicamente nos dice que Dios nos da información suficiente para hacer lo próximo que es correcto, pero no vemos la imagen completa, y ese es el punto, porque cuando no sabemos qué viene, hay una oportunidad para confiar en Dios.

Podemos venir a Dios con lo que creemos que será nuestra vida, pero mantenemos nuestros planes con manos abiertas sabiendo que los propósitos de Dios son mucho más grandes de que nosotros podríamos pedir, pensar o imaginar.

Así que no te estreses mucho sobre haber logrado todo en tu vida. La verdadera marca del carácter no es algo grande que haces por tu carrera, es qué tanto amas a tu prójimo. Usa los dones que Dios ha puesto en ti para cambiar el mundo frente a ti.

No te abrumes por lo mucho que no sabes. 1 Corintios 1:8 nos recuerda que el conocimiento nos hace sentir importantes, pero el amor fortalece a la Iglesia. Algunas de las últimas palabras que Jesús habló eran una oración pidiéndole a Dios que viviéramos en unidad. Eso nos dice que nuestras opiniones palidecen en comparación a la importancia de nuestro amor los unos por los otros.

Ser adulto no se trata de llegar a alguna parte; se trata de aprender a confiar en Dios y en otros alrededor tuyo. Permanece en la Palabra de Dios, haz lo próximo que Él te llama a hacer y ama a la persona frente a ti. ¿Cuándo haces eso? Te fortalecerá y fortalecerá a la Iglesia.

Considera:¿Cuáles son algunas de las maneras en las que puedes aprender a confiar más en Dios y en otros?

Ora:Dios, gracias por los planes que tienes para mí. Ayúdame a sostener mis planes con manos abiertas, confiando en que tu propósito es mayor de lo que puedo pedir, pensar o imaginar. Rodéame de las personas correctas, ayúdame a hacer lo que me llamaste a hacer y ayúdame a amarte más a ti y a otros. En el nombre de Jesús. Amén.

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