Cómo el evangelio satisface nuestras necesidades más grandesMuestra

Hay redención en la resurrección

Cristo cargó con nuestros pecados. Murió la muerte que nosotros merecíamos, pero eso no fue el final de su historia.

Tres días después de su muerte, algunas mujeres que lo seguían y lo amaban fueron a la tumba en donde yacía su cuerpo para presentar sus respetos y llorar. Cuando llegaron, un ángel las saludó y proclamó la realidad más maravillosa: ≪Yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor≫ (Mateo 28:5-6).

Las mujeres estaban conmocionadas y entusiasmadas. Al irse fueron a contarles las buenas nuevas a los discípulos de Cristo. Ellas fuern las primeras personas en compartir el mensaje del evangelio y decir que Jesucristo había resucitado de los muertos, tal como dijo que lo haría.

Ahora, cuando las personas confían en su resurrección no sólo son libres del pecado gracias a Su muerte, sino que también son libres de vivir una vida en comunión con Él. Ya no tenemos que vivir muertos en nuestros pecados ¡porque ahora podemos vivir con Cristo!

Esta nueva vida en Cristo se parece mucho al principio de la historia de la humanidad. Una vez más podemos vivir en comunión espiritual con Dios en la Tierra. A través de la oración tenemos acceso directo a Dios; y el Espíritu nos forma más y más de acuerdo a la imagen de Dios, arreglando las fracturas causadas por el pecado.

Gracias a la resurrección de Cristo podemos volver a tener una comunión con Dios. Cristo murió nuestra muerte, se levantó otra vez y ahora está vivo. Del mismo modo, estamos muertos en nuestros pecados y la resurrección de Jesús nos permite vivir otra vez.

Mientras lees los pasajes de hoy, piensa cómo estos representan buenas noticias. Agradece a Dios por proveer una forma con la que puedes vivir en Él.