Cómo orar más efectivamenteMuestra

Relájate y habla

Jesús nos enseñó a orar dándonos «La oración del Señor». Esta oración comienza con Padre nuestro, significa que hay intimidad. Sigue: que estás en el cielo, muestra que también hay trascendencia y majestad.

Intimidad, trascendencia y majestad son tres cosas que deben estar presentes en una vida de oración en crecimiento. Muchos entienden la parte de majestad, pero no comprenden la intimidad de la oración. La oración no es solo hablar con Dios que está en el cielo; a través de la oración también hay intimidad con Él. Es una relación que crece.

Una de las formas para que tu vida de oración se convierta un poco más en lo que Dios quiere que sea, es relajarse. Lo que estás haciendo cuando oras es hablar con Dios, así que relájate y habla con Él. Hay muchas frases comunes que todos hemos escuchado en las oraciones en la iglesia. Puedes escuchar a la gente decir oraciones hermosas y formales en tu iglesia, pero no dejes que eso te intimide. No tienes que repetir oraciones así. Todo lo que necesitas hacer es hablar con Dios. Relájate y comienza a hablar con tu Padre Celestial.

Las Escrituras abordan el hecho de que no siempre sabemos lo que debemos orar. En el libro de Romanos, Pablo dice: No sabemos por qué debemos orar, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros a través de gemidos que no pueden expresarse con palabras. Mucho de lo que se trata la oración, es simplemente sacar eso que está en tu corazón ante Dios. Y es reconfortante saber que Dios no tiene problemas para discernir lo que no puedes expresar completamente.

Te animo a hablar con Dios. Él no solo está disponible cuando no tienes idea de qué decir, sino que también está preparado para escuchar tus gemidos. Él está listo para escuchar tus pensamientos. Esta es una relación con Él. ¿Qué tan raro sería si llegas a casa y hablas formalmente con tu cónyuge? ¿O hablas con tus padres usando frases repetitivas y formales?

Dios es tu Padre celestial, que habla no solo de su soberanía sino de su majestad. Acércate a Él de manera que lo honres. Pero también de manera que te sientas cómodo y relajado, listo para decir exactamente lo que estás pensando, sabiendo que Él es paciente contigo.