AutoliderazgoMuestra

“Compromiso con el servicio”

Entre los muchos hombres y mujeres en las Escrituras encontramos a Jacob, que a pesar de sus imperfecciones y limitaciones humanas sirve como ejemplo de un hombre que se benefició de la obra particular del Espíritu Santo.

Jacob carecía de una inclinación natural hacia el servicio. Aun estando en el vientre de su madre, él y Esaú (su hermano) lucharon juntos; tanto así, que Rebeca le preguntó al Señor, y Él le dijo que uno (Jacob) sería más fuerte que el otro, y que el mayor (Esaú) serviría al menor. Su preferencia de ser servido, en lugar de servir, llevó a Jacob a tomar el derecho de nacimiento de su hermano. Luego, a través del engaño, también le robó (a Esaú) la bendición que le correspondía —la bendición de su padre.

La autoproclamación, ya sea manifestada a través del egoísmo, egocentrismo, autoconservación, autogratificación, autoengrandecimiento o autovoluntad, es la antítesis del liderazgo espiritual. Jesús dijo: “el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor”. No fue mera casualidad que Jacob tuvo que servir a Labán durante catorce años por la mano de su hija Raquel. Dios lo estaba formando como líder, como alguien que sirve.

Jesucristo mismo, siendo el Hijo de Dios, no vino a ser servido sino a servir, a dar Su vida por nosotros; cuánto más nosotros necesitamos imitar Su ejemplo y ser servidores. Muchas personas piensan que el ministerio es una categoría de fama, una vida de lujos y popularidad, pero el liderazgo no se trata de poder ni derechos. La raíz y el propósito de nuestro deseo de liderar necesita nacer del principio que lideramos para servir, no para ser servidos.