Presentes Para Servir Y DirigirMuestra

“Estar presente”

Una de las claves de la vida de Jesús, el gran líder, que es ejemplo para nuestro liderazgo fue Su acto de “estar presente”. No estoy hablando de Su esencia, sino del tiempo que estuvo en comunión con Dios, y Su comunión con la Trinidad mientras estuvo en la tierra. Jesús fue literalmente el Hijo de Dios en la tierra, concebido y ungido por el Espíritu Santo. Con todo, la Escritura nos dice que regularmente estuvo en comunión con el Padre y el Espíritu Santo. Esto lo hizo tanto en tiempos de reposo, como en Su propio bautismo donde el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma. 

Nuestra comunión con Dios impacta nuestro servicio. Como líderes, seguidores del ejemplo de Jesucristo, debemos esforzarnos para que nuestra comunión con Dios tenga preeminencia sobre lo que “hacemos”. El fruto del Espíritu, la unción, la visión, la guianza, el poder, el discernimiento y las decisiones correctas surgen tras períodos de adoración personal y corporativa, escuchando en silencio y orando en el Espíritu.

Todo lo que hizo Jesús como líder tuvo un solo propósito: que fuésemos uno con Él y el Padre a través del Espíritu Santo. Todo lo que Jesús enseñó, todo lo que Él hizo, cada uno de Sus milagros y maravillas tuvieron el propósito de guiar a las personas al reino de Dios y su plenitud en la tierra y en el cielo. Jesús nunca buscó ser un gran líder; más bien, dirigió en la plenitud del Espíritu Santo para que todos moremos con Él para siempre. Esta es la matriz del liderazgo espiritual sobre la cual debemos medir nuestros planes, habilidades y acciones. ¿A quiénes estamos dirigiendo, y hacia dónde?