Qué Hacer Ante La DesilusiónMuestra

«Para la gloria de Dios»

Para Marta, María, sus amigos y familiares todo lo que veían era desesperanza, fracaso y desolación. Desesperanza porque de la muerte no había regreso; fracaso porque a pesar de sus esfuerzos y esperanza Lázaro murió, y desolación porque a pesar de que mandaron a llamar a Jesús que viniera a su rescate, no llegó a tiempo.

Como humano la muerte es el punto final en esta tierra, una vez que alguien muere la luz se apaga y no hay punto de regreso. Pero para Jesús, la muerte no era un punto final si no un estado momentáneo. La última palabra en esta historia no la tenía la muerte, la tenía Dios el Padre y Jesús declaró vida y con sus palabras desafió toda limitación humana y toda opresión del temor y la oscuridad. 

La enfermedad de Lázaro no acabó en muerte. Al contrario, sucedió para la gloria de Dios, a fin de que el Hijo de Dios reciba gloria como resultado. Aunque Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro, se quedó donde estaba dos días más. Y después agregó: «Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, pero ahora iré a despertarlo».

Jesús sabía exactamente lo que iba a suceder y nunca desesperó. Donde todos veían desesperanza, Jesús veía la posibilidad de renovar la esperanza e inspirar fe en los perjudicados. Y así mismo hace con nosotros hoy en día. Cuando atravesamos tribulaciones y necesidad, podemos confiar que Dios está en control y que aunque nosotros veamos desesperanza, desde su perspectiva todo se ve diferente. Dios quiere usar esa misma tribulación o necesidad para renovar nuestra esperanza e inspirar fe en nosotros. Al igual que Lázaro, podemos escuchar a Dios decirnos: «Esta tribulación no acabará en muerte. Al contrario, sucedió para la gloria de Dios, a fin de que el Hijo de Dios reciba gloria como resultado».