Discipulado apostólico, dinámica de reinoMuestra

Discipulado de reino, un desafío al cambio

El proceso de cambio es inherente a la naturaleza y a la dinámica del reino de Dios. En Dios todo es progresivo y progresista, su reino no es, ni esta estático; mucho menos rígido, vive en un continuo desarrollo y es parte de su diseño de creación, pues lo que no cambia se atrofia y fosiliza.

El nuevo pacto en la sangre de nuestro Señor Jesucristo nos demanda una continua transformación y renovación, que parte de la revelación que Dios nos da, para conformarnos a la imagen de su Hijo. La visión que tengamos del Rey y su reino determina el grado de acción y transformación en nuestras vidas.

La visión y el cambio en el reino de Dios, como lo habíamos visto el primer día de este devocional, no son más que una manera trascendente e inminente de ver y practicar la vida de una forma también consciente, pero que, en su misma práctica, y según la capacidad de habituarse a vivirlo, se vuelve inconsciente y natural. La visión del Rey es un suceso, la transformación en el reino es un proceso.

El discipulado es un desafío a cambiar nuestra manera de pensar, habituada a un ciclo de vida, a una repetición improductiva, a una actitud compulsiva y no racional o lógica de patrones y paradigmas preconcebidos.

Cuando digo que el discipulado trasciende las aulas, significa que, puede usarse el aula pero no solamente se limita a este espacio o ambiente. El discipulado apostólico de reino tal como lo modeló Jesús, y lo replicó Pablo, es trascendente, pero a la vez inmanente. Se da en tiempos y espacios determinados, pero también se da en el caminar de la vida como un proceso cotidiano, relacional, vivencial y personal.

El discipulado no es tampoco un suceso instantáneo, sino un proceso progresivo; por eso, también es multidimensional y rico, cuyo punto de referencia es la cruz de Cristo y el reino de Dios. La práctica discipuladora, lleva a compromisos que marcan la diferencia, porque demandan el uso y participación de nuestra potencialidad y recursos, en pro de una causa eterna, que es el reino de Dios.