La verdad que triunfaMuestra

 Mentira:  Soy una víctima

Lectura: Génesis 50:19-21; 1 Pedro 2:22-23; Filipenses 1:12-14; Salmo 10:14; Isaías 43:18-19
DEVOCIONAL: Isaías 43:18-19

¿Alguna vez has sido herida por alguien? Todas lo hemos sido, de una forma o de otra. Vivimos en un mundo quebrantado con personas pecaminosas. El dolor es una condición de la experiencia humana. Pero con la ayuda de Dios, no tenemos que permanecer en ese dolor para siempre. Podemos sanar y avanzar en la fe y en el perdón a medida que dejamos ir el pasado y abrazamos el futuro. 

Debemos recordar que nunca estamos solas en nuestro dolor, Dios está a nuestro lado y nos da la fuerza para superarlo. José, el hijo de Jacob, ilustra este principio. Sus hermanos le vendieron como esclavo, pero Dios usó ese evento trágico para avanzar en Su propósito. En lugar de actuar como una víctima en sus circunstancias, José confió en el plan de Dios. Sí, vivimos en un mundo quebrantado pero debemos recordar que Dios es más poderoso que cualquier plan malvado, que cualquier dolor, cualquier herida y puede traer el bien de cualquier evento horrible. 

Así que, aunque no podemos controlar lo que nos sucede, tenemos la oportunidad de decidir cómo responder. Podemos permitir que nuestro dolor nos mantenga en el pasado o podemos escoger avanzar en la fe confiando en que Dios redimirá nuestro dolor y traeré belleza de las cenizas. 

Padre Dios, ayúdame a sanar de mi dolor. Utiliza el mal y vuélvelo en bien de esa manera que solo Tú puedes hacer. Ayúdame a perdonar a aquellos que me han herido y a avanzar en mi vida sin permitirme verme como una víctima sino como victoriosa con Tu ayuda. Sé que puedo hacer todas las cosas a través de Ti que me fortaleces. Que mi vida sea para darte gloria. Trae propósito a mi dolor. En el nombre de Jesús, amen.