Salvado de la muerte gratuitamenteMuestra

Cercanos a Dios

Normalmente cuando estudio en el trabajo, hiberno en mi oficina con la puerta cerrada. Si alguien de nuestro equipo necesita interrumpirme, golpean la puerta primero. Hace algunos años atrás, estaba estudiando, cuando me di cuenta que mi puerta se abría muy despacio. Pensé para mis adentros, esto es raro. Alguien está entrando y no golpeó la puerta, y la está abriendo tan cautelosamente. Finalmente, vi quién estaba detrás de la puerta. ¡Era mi hijo Juan Pablo!, quien, cuando finalmente apareció, me regaló una gran sonrisa y me dio un cálido saludo, «Hola papi».

¿Qué crees que respondí?

Bien, yo estaba disfrutando todo. Él es mi hijo, y yo estaba emocionado de verlo. No estaba enojado para nada. Le di un gran abrazo. 

Si así es como yo, un padre muy humano y egocéntrico, respondí a mi pequeño hijo, entonces ¿cómo responde nuestro Padre Celestial cuando vienes a su presencia? Es correcto: Él ama eso. Tú nunca lo importunas. Él se alegra que vengas a su presencia. Es solamente por causa de Jesús, que podemos venir a la presencia de Dios. Es por su sangre. Estábamos lejos de Dios, éramos enemigos de Dios. Pero la sangre de Cristo limpió nuestro pecado y ahora, tenemos cercanía con Dios. 

El motivo central del Antiguo Testamento, era la distancia entre los humanos y el Dios santo. Ninguno pudo venir a la presencia de Dios en el Lugar Santísimo, excepto el sumo sacerdote, y solo una vez al año. Pero ahora, por la sangre de Cristo derramada, la cortina del templo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo, se rompió y se abrió el acceso directo a Dios. Si distancia era lo que marcaba el Antiguo Testamento, entonces cercanía es lo que marca la fe del Nuevo Testamento. Ahora estamos cercanos al Dios santo. Tenemos acceso en cualquier momento. En cualquier momento, sin golpear la puerta, podemos caminar justo hacia la presencia de nuestro Padre y recibir su abrazo sonriente.