Betsabé, ejemplo de madre virtuosaMuestra

Consecuencias del pecado

Como consecuencia del pecado de Betsabé, muere su primer hijo con David. Todo el pueblo la acusaba como la mujer fácil. Todos se dieron cuenta, y los comentarios de la gente no se dejaron esperar: ya viste a Betsabé y, ¡todo por interés! Ahora anda con el rey. ¡Y peor cuando se muere el bebé! Ya ves, eso le pasa por pecadora. Betsabé enfrentó todo esto y entró en depresión. 

Tu pasado muchas veces te puede dar pesadillas, hay cosas que son cíclicas y no quieres dejar atrás, pero la tierra del pasado no es suficiente para cubrir lo precioso de tu futuro en Cristo. Tu pasado no te puede mantener en derrota. Por la obra de la cruz tú y yo, somos perdonados. Así que no podemos vivir en condenación. ¡Dentro de la gracia, ocurre algo maravilloso! David y Betsabé tienen otro hijo, al cual llamaron Salomón.

«Lemuel», fue el apodo que la madre puso a su hijo Salomón, quien llegaría a ser rey y el hombre más exitoso de esa época. Lemuel quiere decir: «Escogido por Dios», este era Salomón. Cuántas veces, ponemos apodos a nuestros hijos, que no corresponden, como chaparrito, negrita, gordita. Pero no es el caso de Betsabé. Ella le puso a su hijo: «Escogido por Dios». Lo que decimos a nuestros hijos, los marca. La mamá entendió este principio, y a Salomón le puso: Lemuel. Desde temprana edad, él entendía que era escogido por Dios. 

Mamá, ¿cuándo fue la última vez que te pusiste a hablar con tus hijos, para impartirles verdades, cosas que nacen en tu corazón, que son necesarias para tu hijo? En realidad, la mayor parte del tiempo estamos reclamando y diciendo cosas como: ¡cochino mira que sucio está el cuarto!, ¡bruto te sacaste otra mala calificación!, ¡te pareces a tu papá! En lugar de decir, hijo eres listo, eres un escogido de Dios. Este niño, Salomón, creyó todo lo que su mamá decía de él. Tus hijos van a creer lo que tú les dices, lo van a guardar en su corazón. 

Betsabé estaba desahuciada, había perdido a su primer hijo, pero Dios le dio otro hijo… y Dios amaba a ese niño. La pareja, había empezado mal. Una noche de lujuria, una canita al aire de este hombre exitoso, rey, guapo, con dinero, poderoso, lleva a esta mujer a pecar. Esta mujer quedó llena de culpabilidad; vivieron días, meses y quizá años, atormentados por su pecado. Pero Dios dice: voy a convertir esta metida de pata de mi hijo en algo bueno, y envió a Salomón.