Mujeres VictoriosasMuestra

 El Poder de la Fe 

Lo único que puede derrotar al temor es la fe. No fuiste destinada a luchar tus batallas sola y desprotegida. Fuiste diseñada para vivir en victoria y estar bien equipada para las batallas que debas enfrentar. Durante esos “momentos de emergencia” difíciles, una mujer victoriosa no se detiene a decirle a Dios cuán grande es su problema. Continúa avanzando, mira al problema a los ojos, sin miedo, y le dice con todas sus fuerzas cuán grande es su Dios. 

Usar tu escudo de la fe como una parte habitual de tu rutina diaria no es algo que ocurra de la noche a la mañana, y dista de ser fácil. Pero cuanto más lo uses, se volverá un acto reflejo. Es como entrenar con regularidad. Las primeras semanas de correr o de levantar pesas son una tortura. Una se levanta adolorida, y existen días en que quieres tirar la toalla. Pero cuanto más te ejercitas, tu cuerpo se vuelve más fuerte y eres capaz de hacerlo con más facilidad. Y cuando ni siquiera te das cuenta, estarás corriendo un maratón o levantando pesas de cincuenta libras (veintidós kilos) como si nada. Sin embargo, si dejas de ser constante, perseverante, perderás todo el progreso alcanzado. Lo mismo sucede con tu poderoso escudo de la fe. ¡Úsalo para no perderlo! Algunos días te serán más difíciles que otros y necesitarás más fe. Pero una vez que hayas llevado el escudo de la fe por algún tiempo, escoger la fe antes que el temor, te resultará más fácil. Habrás fortalecido tus músculos espirituales, por tanto sostener el escudo de la fe no te dejará agotada.