Los hijos de Dios, los más favorecidos Muestra
La gloria de Dios: «sea gloria mediante Jesucristo para siempre»
Loor y gloria al Dios de la salvación, quien ha revelado el misterio oculto desde el principio y lo ha confirmado a través de las buenas nuevas, predicadas por Pablo, apóstol a los gentiles, de acuerdo a la vida y ministerio del hijo Jesucristo. Son buenas nuevas de salvación para todos los seres humanos, sin distingo de raza o condición.
Al concluir la carta a los Romanos, Pablo da testimonio de una revelación celestial que transformó desde la raíz, su concepción, su herencia judía. El apóstol no tiene más que glorificar al Dios que ha querido revelarle su misterio, su voluntad, su gracia, la cual ha experimentado de manera personal, pero que es la razón por la cual su vida cobró un inesperado y nuevo giro.
Pero el corazón de la iglesia, no puede dejar de dar gloria y honra al Dios que ha cambiado nuestra historia, imprimiendo un sentido de eternidad y plenitud en este mundo, aquí y ahora; y que se mantiene expectante de ese gran día de la glorificación final. El final de la epístola, contiene la alabanza a Dios y una acción de gracias. El apóstol recuerda el excelente beneficio de Dios, porque ha querido iluminar a los paganos con la luz del evangelio, y tal cosa demuestra en Él una infinita bondad que jamás se podría glorificar como es debido.
Pablo atribuye toda la gloria a Dios solamente y para demostrar que con razón a Él corresponde, enumera selectivamente y de forma somera algunas de sus virtudes, para que se reconozca que solo Él es digno de toda alabanza y toda gloria. La gloria de los creyentes, es que ellos entiendan el evangelio y se gloríen en Dios, no en ellos mismos. ¡Qué privilegio tenemos los redimidos al ser parte de este gran propósito eterno y disfrutar el honor en darle gloria a nuestro único y sabio Dios! El término «gloria», es un tanto ambiguo y casi imposible de definir: puede ser paralelo a la «justicia de Dios»; se puede referir a la «santidad» o «perfección» de Dios; o pudiera referirse a la imagen de Dios en la cual el hombre fue creado, pero de la cual fue luego destituido por su rebelión.
Esa gloria es más semejante a la palabra «belleza», que a las palabras «pelota de baloncesto». Puede definir una pelota de básquet diciendo simplemente que es redonda, llena de aire, que se usa en un juego para hacerla rebotar y pasar por un aro. Pero no puede hacer lo mismo con la palabra belleza. Todos sabemos que existe, pero la razón por la que podemos hablar acerca de ella es que la hemos visto, no que podamos definirla. Así que este es el resultado de mi esfuerzo en una definición: La gloria de Dios es la infinita belleza y grandeza de sus múltiples perfecciones, reveladas para nosotros en Jesucristo. ¡Adóralo!
Acerca de este Plan
En todas las oraciones apostólicas encontramos un cúmulo de riquezas teológicas, pero particularmente en esta de Romanos 16, que se convierte en una síntesis de toda la epístola, el corazón de los redimidos y entendidos se llena de regocijo para adorar al Padre por su infinita gracia y orar confiados en la obra perfecta de su Hijo Jesucristo nuestro Rey y Señor.
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Nos gustaría agradecer a Basilio Patiño en colaboración con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.redrema.org www.elcentronetwork.com