Zacarías 11:1-6
Zacarías 11:1-6 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
¡Abre tus puertas, Líbano, para que el fuego devore tus cedros! ¡Gime tú, ciprés, porque los cedros se han caído y los majestuosos árboles se han derrumbado! ¡Giman, encinas de Basán! ¡Los tupidos bosques han sido derribados! Escuchen el gemido de los pastores, porque sus ricos pastizales han sido destruidos. Escuchen el rugido de los leones, porque la espesura del Jordán ha quedado devastada. Así dice el SEÑOR mi Dios: «Cuida de las ovejas destinadas al matadero. Quienes las compran las matan impunemente y quienes las venden dicen: “¡Bendito sea el SEÑOR, porque me he enriquecido!”. Ni sus propios pastores se compadecen de ellas. Pero ya no tendré piedad de los que habitan este país —afirma el SEÑOR—, sino que los entregaré en manos de su prójimo y de su rey. Aunque devasten el país, no los rescataré de sus manos».
Zacarías 11:1-6 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
»Monte Líbano, ¡abre paso al fuego, porque va a devorar tus cedros! Ustedes, los pinos, ¡lloren por esos enormes árboles! ¡Los grandes cedros han sido derribados! Y ustedes, robles de Basán, ¡lloren por esos grandes bosques que han dejado de existir! Los pastores lloran desesperados, porque sus verdes pastos se quemaron; los leones rugen furiosos, porque los llanos del río Jordán ahora parecen un desierto». El Dios todopoderoso me dio este mensaje: «Ve y cuida de las ovejas que serán llevadas al matadero. Los que las compran las matan sin ninguna compasión; los que las venden dicen “¡Gracias a Dios ya soy rico!”; y ni siquiera sus propios pastores se compadecen de ellas. »Yo haré lo mismo: ¡no tendré compasión de los habitantes de este país! Dejaré que caigan bajo el poder de las naciones vecinas y del rey que las gobierne. Y aunque su tierra sea destruida por completo, yo no iré en su ayuda. Yo soy el Dios todopoderoso, y juro que así lo haré».
Zacarías 11:1-6 Reina Valera Contemporánea (RVC)
¡Líbano, abre tus puertas de par en par, para que el fuego consuma tus cedros! Y tú, ciprés, ¡llora por la caída de los cedros, por tus imponentes árboles derribados! ¡Lloren también ustedes, encinas de Basán, por sus espesos bosques que han sido talados! ¡Dejen oír sus voces de dolor, pastores, porque sus ricos pastos han sido asolados! ¡Lancen al aire sus rugidos, leoncillos, que el esplendor del Jordán llegó a su fin! Así me dijo el Señor mi Dios: «Cuida de las ovejas que van al matadero, a las que ni sus pastores compadecen; a las que sus compradores matan sin sentirse culpables, y quienes las venden, exclaman: “¡Bendito sea el Señor, pues ahora soy rico!” Por eso, no voy a tener ya compasión de los habitantes de la tierra. Más bien, voy a entregarlos en manos de sus propios compañeros y de su rey. Y aunque estos destruyan el país, yo no los libraré de sus manos.» —Palabra del Señor.
Zacarías 11:1-6 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
¡Abre, Líbano, tus puertas, y que el fuego consuma tus cedros! ¡Llora, oh pino, porque cayó el cedro, porque aquellos árboles hermosos han quedado destruidos! ¡Giman ustedes, encinas de Basán, porque el bosque espeso ha sido derribado! Lloran a gritos los pastores, porque la hermosura de los pastos ha quedado destruida. Se oye el rugido del león, porque la espesura del Jordán ha quedado destruida. Esto me dijo el Señor mi Dios: «Cuida las ovejas destinadas al matadero. Los compradores las matan sin sentirse culpables, y los vendedores dicen: “¡Gracias al Señor, ya soy rico!” Ni siquiera sus propios pastores tienen compasión de ellas. Pues, del mismo modo, tampoco yo volveré a tener compasión de la gente que vive en este país, sino que voy a entregar a cada uno en manos de su prójimo y en manos de su rey. Estos destruirán el país, y no salvaré de sus manos a nadie. Yo, el Señor, lo afirmo.»
Zacarías 11:1-6 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Oh Líbano, abre tus puertas, y consuma el fuego tus cedros. Aúlla, oh ciprés, porque el cedro cayó, porque los árboles magníficos son derribados. Aullad, encinas de Basán, porque el bosque espeso es derribado. Voz de aullido de pastores, porque su magnificencia es asolada; estruendo de rugidos de cachorros de leones, porque la gloria del Jordán es destruida. Así ha dicho Jehová mi Dios: Apacienta las ovejas de la matanza, a las cuales matan sus compradores, y no se tienen por culpables; y el que las vende, dice: Bendito sea Jehová, porque he enriquecido; ni sus pastores tienen piedad de ellas. Por tanto, no tendré ya más piedad de los moradores de la tierra, dice Jehová; porque he aquí, yo entregaré los hombres cada cual en mano de su compañero y en mano de su rey; y asolarán la tierra, y yo no los libraré de sus manos.
Zacarías 11:1-6 La Biblia de las Américas (LBLA)
Abre tus puertas, Líbano, y consuma el fuego tus cedros. Gime, ciprés, porque ha caído el cedro, porque los árboles majestuosos han sido derribados; gemid, encinas de Basán, porque ha caído el bosque impenetrable. Voz de gemido de pastores, porque su esplendor está arruinado; voz del rugido de leoncillos, porque derribada está la gloria del Jordán. Así dice el SEÑOR mi Dios: Apacienta las ovejas destinadas para la matanza. Los que las compran las matan y salen impunes, y el que las vende dice: «¡Bendito sea el SEÑOR, porque me he enriquecido!»; y ni sus propios pastores se compadecen de ellas. Pues yo no me compadeceré más de los habitantes de esta tierra —declara el SEÑOR— sino que he aquí, haré que los hombres caigan cada uno en manos de otro y en manos de su rey; y ellos herirán la tierra y yo no los libraré de sus manos.
Zacarías 11:1-6 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Líbano, abre tus puertas, para que el fuego pueda devorar tus bosques de cedro. Lloren, ustedes cipreses, por todos los cedros arruinados; han caído los más majestuosos. Lloren, ustedes robles de Basán, porque los tupidos bosques han sido talados. Escuchen el gemido de los pastores porque se destruyeron sus abundantes pastizales. Oigan rugir a los leones jóvenes porque se arruinaron sus matorrales en el valle del Jordán. El SEÑOR mi Dios dice: «Ve y cuida del rebaño que está destinado para el matadero. Los compradores matan a las ovejas sin remordimiento. Los vendedores dicen: “¡Gloria al SEÑOR! ¡Ahora soy rico!”. Ni siquiera los pastores tienen compasión de las ovejas. De la misma manera, ya no tendré compasión de la gente de la tierra —dice el SEÑOR—. Permitiré que uno caiga en manos del otro y en manos de su rey. Convertirán la tierra en un desierto y yo no los rescataré».