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Salmos 78:32-55

Salmos 78:32-55 Reina Valera Contemporánea (RVC)

A pesar de todo, ellos siguieron pecando y no dieron crédito a sus grandes hechos. Por eso Dios puso fin a sus días, ¡y en un soplo les quitó la vida! Si Dios los hacía morir, ellos lo buscaban y con gran diligencia se volvían a él; ¡se acordaban de que Dios era su refugio, de que el Dios altísimo era su redentor! Pero con los labios lo adulaban, y con la lengua le mentían. En el fondo, nunca fueron rectos con él, ni se mantuvieron fieles a su pacto. Dios, en su bondad, les perdonaba su maldad; más de una vez contuvo su enojo, calmó su ira y no los destruyó. Se acordó de que eran mortales, ¡un simple soplo que se va y no vuelve! ¡Cuántas veces lo desobedecieron en el desierto! ¡Cuántas veces lo hicieron enojar en el yermo! ¡Una y otra vez ponían a prueba a Dios! ¡Provocaban al Santo de Israel! No traían a la memoria su poder, ni el día en que él los libró de la angustia, cuando realizó en Egipto sus señales, y sus maravillas en el campo de Soán; cuando convirtió en sangre sus ríos y sus corrientes, para que no bebieran. Les mandó enjambres de moscas, que los devoraban, y también ranas, que los destruían; dejó que la oruga y la langosta destruyeran el fruto de su trabajo. Con granizo destruyó sus viñas, y con escarcha acabó con sus higueras. Con granizo hizo estragos en sus ganados, y con sus rayos acabó con sus animales. Descargó sobre ellos el ardor de su ira; los angustió con su enojo y su indignación, ¡con un ejército de ángeles destructores! Le abrió paso a su furor y no les salvó la vida, sino que los entregó a la muerte. En Egipto, en los campamentos de Cam, les quitó la vida a todos los primogénitos, a los primeros frutos de su vigor. Dios hizo que su pueblo saliera como ovejas, y como un rebaño los llevó por el desierto; con mano segura los fue llevando, para que no tuvieran ningún temor, mientras que el mar cubrió a sus enemigos. Y los trajo a las fronteras de su tierra santa, a este monte que ganó con su mano derecha. Expulsó a las naciones de la presencia de su pueblo, repartió en sorteo las tierras que les dio en propiedad, y permitió que las tribus de Israel se asentaran allí.

Salmos 78:32-55 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

A pesar de todo, siguieron pecando y no creyeron en sus maravillas. Por tanto, Dios hizo que sus días se esfumaran como un suspiro, que sus años acabaran en medio del terror. Si Dios los hería de muerte, entonces lo buscaban, y con ansias se volvían de nuevo a él. Se acordaban de que Dios era su Roca, de que el Dios Altísimo era su Redentor. Pero entonces lo halagaban con la boca y le mentían con la lengua. No fue su corazón sincero para con Dios; no fueron fieles a su pacto. Sin embargo, él les tuvo compasión; les perdonó su maldad y no los destruyó. Una y otra vez contuvo su enojo y no se dejó llevar del todo por la ira. Se acordó de que eran simples mortales, un efímero suspiro que jamás regresa. ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto y lo entristecieron en los páramos! Una y otra vez ponían a Dios a prueba; provocaban al Santo de Israel. Jamás se acordaron de su poder, de cuando los rescató del opresor, ni de sus señales milagrosas en Egipto, ni de sus portentos en la región de Zoán, cuando convirtió en sangre los ríos egipcios y no pudieron ellos beber de sus arroyos; cuando les envió tábanos que se los devoraban y ranas que los destruían; cuando entregó sus cosechas a los saltamontes y sus sembrados a la langosta; cuando con granizo destruyó sus viñas y con escarcha sus higueras; cuando entregó su ganado al granizo y sus rebaños a las centellas; cuando lanzó contra ellos el ardor de su ira, de su furor, indignación y hostilidad: ¡todo un ejército de ángeles destructores! Dio rienda suelta a su enojo y no los libró de la muerte, sino que los entregó a la plaga. Dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, las primicias de su virilidad en los campamentos de Cam. A su pueblo lo guio como a un rebaño; los llevó por el desierto, como a ovejas, infundiéndoles confianza para que no temieran. Pero a sus enemigos se los tragó el mar. Trajo a su pueblo a esta su tierra santa, a estas montañas que su diestra conquistó. Al paso de los israelitas expulsó naciones, cuyas tierras dio a su pueblo como herencia; ¡así estableció en sus tiendas a las tribus de Israel!

Salmos 78:32-55 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Pero ellos siguieron pecando; dudaron del poder de Dios. Por eso Dios les quitó la vida; ¡les envió una desgracia repentina, y acabó con su existencia! Ellos solo buscaban a Dios cuando él los castigaba; solo así se arrepentían y volvían a obedecerlo; solo entonces se acordaban del Dios altísimo, su protector y libertador. Nunca le decían la verdad; nunca le fueron sinceros ni cumplieron fielmente su pacto. Pero Dios, que es compasivo, les perdonó su maldad y no los destruyó. Más de una vez refrenó su enojo, pues tomó en cuenta que eran simples seres humanos; sabía que son como el viento que se va y no vuelve. Muchas veces, en el desierto, se rebelaron contra Dios y lo hicieron ponerse triste. Muchas veces lo pusieron a prueba; ¡hicieron enojar al santo Dios de Israel! No se acordaron del día cuando Dios, con su poder, los libró de sus enemigos. Tampoco recordaron los grandes milagros que Dios hizo en Egipto, cuando convirtió en sangre todos los ríos egipcios, y el agua no se podía beber. Les mandó moscas y ranas, que todo lo destruían; dejó que los saltamontes acabaran con todos sus sembrados; destruyó sus viñas con granizo, y sus higueras, con inundaciones; dejó que los rayos y el granizo acabaran con sus vacas y sus ovejas. Dios estaba tan enojado que los castigó con dureza; les mandó todo un ejército de mensajeros de muerte; dio rienda suelta a su enojo y les mandó un castigo mortal; ¡no les perdonó la vida! En cada familia egipcia hirió de muerte a los hijos mayores. Pero a su pueblo lo guio y lo llevó por el desierto, como guía el pastor a sus ovejas; les dio seguridad para que no tuvieran miedo, pero hizo que a sus enemigos se los tragara el mar. Dejó que su pueblo ocupara toda la tierra prometida, la cual ganó con su poder. Conforme avanzaban los israelitas, Dios echaba fuera a las naciones, y a Israel le entregó las tierras de esos pueblos. ¡Fue así como los israelitas se establecieron allí!

Salmos 78:32-55 Reina Valera Contemporánea (RVC)

A pesar de todo, ellos siguieron pecando y no dieron crédito a sus grandes hechos. Por eso Dios puso fin a sus días, ¡y en un soplo les quitó la vida! Si Dios los hacía morir, ellos lo buscaban y con gran diligencia se volvían a él; ¡se acordaban de que Dios era su refugio, de que el Dios altísimo era su redentor! Pero con los labios lo adulaban, y con la lengua le mentían. En el fondo, nunca fueron rectos con él, ni se mantuvieron fieles a su pacto. Dios, en su bondad, les perdonaba su maldad; más de una vez contuvo su enojo, calmó su ira y no los destruyó. Se acordó de que eran mortales, ¡un simple soplo que se va y no vuelve! ¡Cuántas veces lo desobedecieron en el desierto! ¡Cuántas veces lo hicieron enojar en el yermo! ¡Una y otra vez ponían a prueba a Dios! ¡Provocaban al Santo de Israel! No traían a la memoria su poder, ni el día en que él los libró de la angustia, cuando realizó en Egipto sus señales, y sus maravillas en el campo de Soán; cuando convirtió en sangre sus ríos y sus corrientes, para que no bebieran. Les mandó enjambres de moscas, que los devoraban, y también ranas, que los destruían; dejó que la oruga y la langosta destruyeran el fruto de su trabajo. Con granizo destruyó sus viñas, y con escarcha acabó con sus higueras. Con granizo hizo estragos en sus ganados, y con sus rayos acabó con sus animales. Descargó sobre ellos el ardor de su ira; los angustió con su enojo y su indignación, ¡con un ejército de ángeles destructores! Le abrió paso a su furor y no les salvó la vida, sino que los entregó a la muerte. En Egipto, en los campamentos de Cam, les quitó la vida a todos los primogénitos, a los primeros frutos de su vigor. Dios hizo que su pueblo saliera como ovejas, y como un rebaño los llevó por el desierto; con mano segura los fue llevando, para que no tuvieran ningún temor, mientras que el mar cubrió a sus enemigos. Y los trajo a las fronteras de su tierra santa, a este monte que ganó con su mano derecha. Expulsó a las naciones de la presencia de su pueblo, repartió en sorteo las tierras que les dio en propiedad, y permitió que las tribus de Israel se asentaran allí.

Salmos 78:32-55 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

A pesar de todo, volvieron a pecar; no creyeron en las maravillas de Dios. Por eso Dios puso fin a sus vidas como si fueran un suspiro y en medio de un terror espantoso. Si Dios los hacía morir, entonces lo buscaban; se volvían a él y lo buscaban sin descanso; entonces se acordaban del Dios altísimo que los protegía y los rescataba. Pero con su boca y su lengua le decían hermosas mentiras, pues nunca le fueron sinceros ni fieles a su alianza. Pero Dios tenía compasión, perdonaba su maldad y no los destruía; muchas veces hizo a un lado el enojo y no se dejó llevar por la furia. Dios se acordó de que eran simples hombres; de que eran como el viento, que se va y no vuelve. ¡Cuántas veces desobedecieron a Dios y le causaron dolor en el desierto! Pero volvían a ponerlo a prueba; ¡entristecían al Santo de Israel! No se acordaron de aquel día cuando Dios, con su poder, los salvó del enemigo; cuando en los campos de Soan, en Egipto, hizo cosas grandes y asombrosas; cuando convirtió en sangre los ríos, y los egipcios no pudieron beber de ellos. Mandó sobre ellos tábanos y ranas, que todo lo devoraban y destruían; entregó a la langosta las cosechas por las que ellos habían trabajado. Con granizo y escarcha destruyó sus higueras y sus viñas. Sus vacas y sus ovejas murieron bajo el granizo y los rayos. Dios les envió la furia de su enojo: furor, condenación y angustia, como mensajeros de calamidades. ¡Dio rienda suelta a su furor! No les perdonó la vida, sino que los entregó a la muerte; ¡hizo morir en Egipto mismo al primer hijo de toda familia egipcia! Sacó a Israel como a un rebaño de ovejas; llevó a su pueblo a través del desierto. Los llevó con paso seguro para que no tuvieran miedo, pero a sus enemigos el mar los cubrió. Dios trajo a su pueblo a su tierra santa, ¡a las montañas que él mismo conquistó! Quitó a los paganos de la vista de Israel; repartió la tierra en lotes entre sus tribus, y las hizo vivir en sus campamentos.

Salmos 78:32-55 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Con todo esto, pecaron aún, Y no dieron crédito a sus maravillas. Por tanto, consumió sus días en vanidad, Y sus años en tribulación. Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios; Entonces se volvían solícitos en busca suya, Y se acordaban de que Dios era su refugio, Y el Dios Altísimo su redentor. Pero le lisonjeaban con su boca, Y con su lengua le mentían; Pues sus corazones no eran rectos con él, Ni estuvieron firmes en su pacto. Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía; Y apartó muchas veces su ira, Y no despertó todo su enojo. Se acordó de que eran carne, Soplo que va y no vuelve. ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, Lo enojaron en el yermo! Y volvían, y tentaban a Dios, Y provocaban al Santo de Israel. No se acordaron de su mano, Del día que los redimió de la angustia; Cuando puso en Egipto sus señales, Y sus maravillas en el campo de Zoán; Y volvió sus ríos en sangre, Y sus corrientes, para que no bebiesen. Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, Y ranas que los destruían. Dio también a la oruga sus frutos, Y sus labores a la langosta. Sus viñas destruyó con granizo, Y sus higuerales con escarcha; Entregó al pedrisco sus bestias, Y sus ganados a los rayos. Envió sobre ellos el ardor de su ira; Enojo, indignación y angustia, Un ejército de ángeles destructores. Dispuso camino a su furor; No eximió la vida de ellos de la muerte, Sino que entregó su vida a la mortandad. Hizo morir a todo primogénito en Egipto, Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam. Hizo salir a su pueblo como ovejas, Y los llevó por el desierto como un rebaño. Los guio con seguridad, de modo que no tuvieran temor; Y el mar cubrió a sus enemigos. Los trajo después a las fronteras de su tierra santa, A este monte que ganó su mano derecha. Echó las naciones de delante de ellos; Con cuerdas repartió sus tierras en heredad, E hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.

Salmos 78:32-55 La Biblia de las Américas (LBLA)

A pesar de todo esto, todavía pecaron y no creyeron en sus maravillas. Él, pues, hizo terminar sus días en vanidad, y sus años en terror súbito. ¶Cuando los hería de muerte, entonces le buscaban, y se volvían y buscaban con diligencia a Dios; se acordaban de que Dios era su roca, y el Dios Altísimo su Redentor. Mas con su boca le engañaban, y con su lengua le mentían. Pues su corazón no era leal para con Él, ni eran fieles a su pacto. Mas Él, siendo compasivo, perdonaba sus iniquidades y no los destruía; muchas veces contuvo su ira, y no despertó todo su furor. Se acordaba de que ellos eran carne, un soplo que pasa y no vuelve. ¶¡Cuántas veces se rebelaron contra Él en el desierto, y le entristecieron en las soledades! Tentaron a Dios una y otra vez, y afligieron al Santo de Israel. No se acordaron de su poder, del día en que los redimió del adversario, cuando hizo sus señales en Egipto, y sus prodigios en el campo de Zoán. Convirtió en sangre sus ríos y sus corrientes, y no pudieron beber. Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, y ranas que los destruían. Entregó también sus cosechas al saltamontes, y el fruto de su trabajo a la langosta. Con granizo destruyó sus vides, y sus sicómoros con escarcha. Entregó también al granizo sus ganados, y sus rebaños a los rayos. Envió sobre ellos el ardor de su ira, furia, indignación y angustia, un ejército de ángeles destructores. Preparó senda para su ira; no eximió sus almas de la muerte, sino que entregó sus vidas a la plaga, e hirió a todos los primogénitos en Egipto, las primicias de su virilidad en las tiendas de Cam. Mas a su pueblo lo sacó como a ovejas, como a rebaño los condujo en el desierto; los guió con seguridad, de modo que no temieron, pero el mar se tragó a sus enemigos. ¶Los trajo, pues, a su tierra santa, a esta tierra montañosa que su diestra había adquirido. Y expulsó a las naciones de delante de ellos; las repartió con medida por herencia, e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel.

Salmos 78:32-55 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Sin embargo, el pueblo siguió pecando; a pesar de sus maravillas, se negaron a confiar en él. Entonces, hizo que la vida de ellos terminara en fracaso, y sus años, en horror. Cuando Dios comenzó a matarlos, finalmente lo buscaron. Se arrepintieron y tomaron en serio a Dios. Entonces recordaron que Dios era su roca, que el Dios Altísimo era su redentor. Pero todo fue de dientes para afuera; le mintieron con la lengua. Con el corazón no eran leales a él; no cumplieron su pacto. Sin embargo, él tuvo misericordia y perdonó sus pecados, y no los destruyó a todos. Muchas veces contuvo su enojo y no desató su furia. Se acordó de que eran simples mortales que desaparecen como una ráfaga de viento que nunca vuelve. Oh, cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto y entristecieron su corazón en esa tierra seca y baldía. Una y otra vez pusieron a prueba la paciencia de Dios y provocaron al Santo de Israel. No se acordaron de su poder ni de cómo los rescató de sus enemigos. No recordaron las señales milagrosas que hizo en Egipto ni sus maravillas en la llanura de Zoán. Pues él convirtió los ríos en sangre, para que nadie pudiera beber de los arroyos. Envió grandes enjambres de moscas para que los consumieran y miles de ranas para que los arruinaran. Les dio sus cultivos a las orugas; las langostas consumieron sus cosechas. Destruyó sus vides con granizo y destrozó sus higueras con aguanieve. Dejó su ganado a merced del granizo, sus animales, abandonados a los rayos. Desató sobre ellos su ira feroz, toda su furia, su enojo y hostilidad. Envió contra ellos a un grupo de ángeles destructores. Se enfureció contra ellos; no perdonó la vida de los egipcios, sino que los devastó con plagas. Mató al hijo mayor de cada familia egipcia, la flor de la juventud en toda la tierra de Egipto. Pero guio a su propio pueblo como a un rebaño de ovejas; los condujo a salvo a través del desierto. Los protegió para que no tuvieran temor; en cambio, sus enemigos quedaron cubiertos por el mar. Los llevó a la frontera de la tierra santa, a la tierra de colinas que había conquistado para ellos. A su paso expulsó a las naciones de esa tierra, la cual repartió por sorteo a su pueblo como herencia y estableció a las tribus de Israel en sus hogares.