Salmos 107:23-30
Salmos 107:23-30 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Se hicieron a la mar en sus barcos; para comerciar surcaron las muchas aguas. Allí, en las aguas profundas, vieron las obras del SEÑOR y sus maravillas. Habló Dios y se levantó un viento tormentoso que encrespó las olas que subían a los cielos y bajaban al abismo. Ante el peligro, ellos perdieron el coraje. Como ebrios tropezaban, se tambaleaban; de nada les sirvió toda su pericia. En su angustia clamaron al SEÑOR y él los sacó de sus aflicciones. Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron y Dios los llevó al puerto anhelado.
Salmos 107:23-30 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Nuestros abuelos compraron barcos y se ganaron la vida comerciando en otros países. En alta mar presenciaron la acción maravillosa de nuestro Dios: Dios dio una orden, y vino un fuerte viento que levantaba grandes olas. Cuando se vieron en peligro, los marineros perdieron el valor; eran lanzados de arriba abajo, y de nada les servía ser marineros expertos, pues se tropezaban y caían como si estuvieran borrachos. Llenos de angustia, oraron a Dios, y él los sacó de su aflicción; calmó la furia de la tormenta, y aplacó las olas del mar. Cuando se calmó la tormenta, ellos se pusieron muy contentos y Dios los llevó a su destino.
Salmos 107:23-30 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Los marinos, que conocen el mar, con sus naves comercian en muchos lugares. Allí, en lo profundo del mar, han visto las maravillosas obras del Señor. Él habló, y se desató un viento tempestuoso, y gigantescas olas se encresparon. Se levantaban hacia el cielo, o se hundían en el mar; y ellos se desanimaban y temblaban de miedo. Inseguros, daban traspiés, como ebrios; ¡de nada les servía toda su pericia! Pero en su angustia clamaron al Señor, y él los libró de su aflicción: convirtió la tempestad en bonanza, y apaciguó las amenazantes olas. Ante esa calma, sonrieron felices porque él los lleva a puerto seguro.
Salmos 107:23-30 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Se hicieron a la mar los comerciantes. Surcaron las aguas con sus barcos, y allí, en alta mar, vieron la creación maravillosa del Señor. A la voz del Señor se desató una tormenta que levantaba grandes olas; eran lanzados hasta el cielo y hundidos hasta el fondo del mar; ¡perdieron el valor ante el peligro! Se tambaleaban como borrachos; ¡de nada les servía su pericia! Pero en su angustia clamaron al Señor, y él los sacó de la aflicción; convirtió en brisa la tempestad, y las olas se calmaron. Al ver tranquilas las olas, se alegraron, y Dios los llevó hasta el puerto deseado.
Salmos 107:23-30 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Los que descienden al mar en naves, Y hacen negocio en las muchas aguas, Ellos han visto las obras de Jehová, Y sus maravillas en las profundidades. Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso, Que encrespa sus ondas. Suben a los cielos, descienden a los abismos; Sus almas se derriten con el mal. Tiemblan y titubean como ebrios, Y toda su ciencia es inútil. Entonces claman a Jehová en su angustia, Y los libra de sus aflicciones. Cambia la tempestad en sosiego, Y se apaciguan sus ondas. Luego se alegran, porque se apaciguaron; Y así los guía al puerto que deseaban.
Salmos 107:23-30 La Biblia de las Américas (LBLA)
¶Los que descienden al mar en naves y hacen negocio sobre las grandes aguas, ellos han visto las obras del SEÑOR y sus maravillas en lo profundo. Pues Él habló, y levantó un viento tempestuoso que encrespó las olas del mar. Subieron a los cielos, descendieron a las profundidades, sus almas se consumían por el mal. Temblaban y se tambaleaban como ebrios, y toda su pericia desapareció. Entonces en su angustia clamaron al SEÑOR y Él los sacó de sus aflicciones. Cambió la tempestad en calma y las olas del mar callaron. Entonces se alegraron porque las olas se habían aquietado, y Él los guió al puerto anhelado.
Salmos 107:23-30 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Algunos se hicieron a la mar en barcos y surcaron las rutas comerciales del mundo. También observaron el poder del SEÑOR en acción, sus impresionantes obras en los mares más profundos. Él habló, y se desataron los vientos que agitaron las olas. Los barcos fueron lanzados hacia los cielos y cayeron nuevamente a las profundidades; los marineros se acobardaron de terror. Se tambaleaban y daban tumbos como borrachos; no sabían qué más hacer. «¡Socorro, SEÑOR!», clamaron en medio de su dificultad, y él los salvó de su aflicción. Calmó la tormenta hasta convertirla en un susurro y aquietó las olas. ¡Qué bendición fue esa quietud cuando los llevaba al puerto sanos y salvos!