Logo de YouVersion
Ícono Búsqueda

Números 11:24-35

Números 11:24-35 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

Moisés fue y comunicó al pueblo lo que el SEÑOR había dicho. Después juntó a setenta jefes ancianos del pueblo y se quedó esperando con ellos alrededor de la Tienda de reunión. El SEÑOR descendió en la nube y habló con Moisés, y compartió con los setenta jefes ancianos el Espíritu que estaba sobre él. Cuando el Espíritu descansó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Pero esto no volvió a repetirse. Dos de los ancianos se habían quedado en el campamento. Uno se llamaba Eldad y el otro Medad. Aunque habían sido elegidos, no acudieron a la Tienda de reunión. Sin embargo, el Espíritu vino sobre ellos y se pusieron a profetizar dentro del campamento. Entonces un muchacho corrió a contárselo a Moisés: —¡Eldad y Medad están profetizando dentro del campamento! Josué, hijo de Nun, uno de los siervos escogidos de Moisés, exclamó: —¡Moisés, señor mío, detenlos! Pero Moisés respondió: —¿Estás celoso por mí? ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del SEÑOR profetizara y que el SEÑOR pusiera su Espíritu en todos ellos! Entonces Moisés y los jefes ancianos regresaron al campamento. El SEÑOR desató un viento que trajo codornices del mar y las dejó caer sobre el campamento. Las codornices cubrieron los alrededores del campamento, en una superficie de casi un día de camino y a una altura de casi dos codos sobre la superficie del suelo. El pueblo estuvo recogiendo codornices todo ese día, toda esa noche y todo el día siguiente. Ninguno recogió menos de diez jómer. Después las distribuyeron por todo el campamento. Ni siquiera habían empezado a masticar la carne que tenían en la boca, cuando la ira del SEÑOR se encendió contra el pueblo y los hirió con un horrendo castigo. Por eso llamaron a ese lugar Quibrot Hatavá, porque allí fue sepultado el pueblo glotón. Desde Quibrot Hatavá el pueblo partió rumbo a Jazerot y allí se quedó.

Números 11:24-35 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Moisés fue a comunicarle al pueblo lo que Dios le había dicho. Luego reunió a setenta líderes y los puso alrededor del santuario. Dios bajó en la nube y habló con Moisés; luego hizo lo que había prometido: puso en los líderes el espíritu que había en Moisés, y ellos empezaron a comunicar mensajes de parte de Dios. Esto sucedió una sola vez. Había dos hombres del grupo de los setenta, llamados Eldad y Medad, que se habían quedado en el campamento. Y aunque estaban allí, el espíritu también vino sobre ellos y empezaron a profetizar. Un muchacho fue corriendo a contárselo a Moisés. Josué, que desde joven era ayudante de Moisés, estaba allí. Al oír al muchacho, dijo: —Moisés, mi señor, ¡no los deje usted profetizar! Pero él le respondió: —No seas celoso ni envidioso. Ya quisiera yo que todo el pueblo de Dios recibiera su espíritu y profetizara. Después de eso, Moisés y los líderes regresaron al campamento. Dios hizo que desde el mar soplara un viento muy fuerte. Ese viento trajo muchísimas codornices y las lanzó sobre el campamento de los israelitas. Eran tantas que se podía caminar todo un día por el campo y encontrarlas amontonadas a casi un metro de altura. La gente se la pasó juntando codornices todo ese día, y toda la noche y el día siguiente. El que menos codornices juntó, hizo diez montones, y algunos hasta pusieron a secar codornices alrededor del campamento. Todavía no acababa la gente de comer codornices cuando Dios se enojó contra ellos. Los castigó tan duramente que muchos murieron. Por eso llamaron a ese lugar Quibrot-hataavá, nombre que significa «tumbas del apetito», porque allí el pueblo enterró a los que solo pensaban en comer. De allí el pueblo se fue a Haserot, en donde se quedó por algún tiempo.

Números 11:24-35 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Moisés salió de allí y repitió ante el pueblo las palabras del Señor; luego reunió a los setenta ancianos del pueblo, y los hizo esperar alrededor del tabernáculo. Entonces el Señor descendió en la nube, y habló con él. Tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta ancianos; y cuando el espíritu se posó en ellos, comenzaron a profetizar, y no dejaban de hacerlo. En el campamento se habían quedado Eldad y Medad, dos varones sobre los cuales también se posó el espíritu. Aunque estaban entre los escogidos, no se habían presentado en el tabernáculo; sin embargo, comenzaron a profetizar en el campamento. Entonces un joven fue corriendo a decirle a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!» Josué hijo de Nun, que era ayudante cercano de Moisés, le dijo: «Moisés, mi señor, ¡no se lo permitas!» Pero Moisés le respondió: «¿Acaso tienes celos por mí? ¡Cómo quisiera yo que todo el pueblo del Señor fuera profeta! ¡Cómo quisiera yo que el Señor pusiera su espíritu sobre ellos!» Y enseguida Moisés volvió al campamento, en compañía de los ancianos de Israel. Vino entonces del mar un viento de parte del Señor, que trajo codornices y las dejó caer sobre el campamento. Estas cubrían la superficie de la tierra hasta un día de camino, por un lado, y un día de camino por el otro, y se amontonaban a casi un metro de altura. El pueblo estuvo levantado todo ese día y toda esa noche, y todo el día siguiente, para recoger codornices. El que menos recogió, hizo diez montones, y tendieron las codornices alrededor del campamento. Pero todavía tenían la carne entre los dientes, todavía no la masticaban, cuando la ira del Señor se encendió entre el pueblo y los hirió con una plaga mortal. Por eso el nombre de aquel lugar se llamó Quibrot Hatavá, porque allí sepultaron al pueblo glotón. De Quibrot Hatavá, el pueblo se dirigió a Jaserot, y en Jaserot se quedó.

Números 11:24-35 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Moisés salió y contó al pueblo lo que el Señor le había dicho, y reunió a setenta ancianos israelitas y los colocó alrededor de la tienda. Entonces el Señor bajó en la nube y habló con Moisés; luego tomó una parte del espíritu que Moisés tenía y se lo dio a los setenta ancianos. En cuanto el espíritu reposó sobre ellos, comenzaron a hablar como profetas; pero esto no volvió a repetirse. Dos hombres, el uno llamado Eldad y el otro Medad, habían sido escogidos entre los setenta, pero no fueron a la tienda sino que se quedaron en el campamento. Sin embargo, también sobre ellos reposó el espíritu, y comenzaron a hablar como profetas en el campamento. Entonces un muchacho fue corriendo a decirle a Moisés: —¡Eldad y Medad están hablando como profetas en el campamento! Entonces Josué, hijo de Nun, que desde joven era ayudante de Moisés, dijo: —¡Señor mío, Moisés, prohíbeles que lo hagan! Pero Moisés le contestó: —¿Ya estás celoso por mí? ¡Ojalá el Señor le diera su espíritu a todo su pueblo, y todos fueran profetas! Entonces Moisés y los ancianos de Israel volvieron al campamento. El Señor hizo que soplara del mar un viento que trajo bandadas de codornices, las cuales cayeron en el campamento y sus alrededores, cubriendo una distancia de hasta un día de camino alrededor del campamento, y formando un tendido de casi un metro de altura. Todo ese día y toda la noche y todo el día siguiente la gente estuvo recogiendo codornices. El que menos recogió, recogió diez montones de codornices, que pusieron a secar en los alrededores del campamento. Pero apenas estaban masticando los israelitas la carne de las codornices, cuando el Señor se enfureció contra ellos y los castigó, haciendo morir a mucha gente. Por eso le pusieron a ese lugar el nombre de Quibrot-hataavá, porque allí enterraron a los que solo pensaban en comer. De Quibrot-hataavá siguió el pueblo su camino hasta Haserot, y allí se quedó.

Números 11:24-35 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Y salió Moisés y dijo al pueblo las palabras de Jehová; y reunió a los setenta varones de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del tabernáculo. Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron. Y habían quedado en el campamento dos varones, llamados el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu; estaban estos entre los inscritos, pero no habían venido al tabernáculo; y profetizaron en el campamento. Y corrió un joven y dio aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campamento. Entonces respondió Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, uno de sus jóvenes, y dijo: Señor mío Moisés, impídelos. Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos. Y Moisés volvió al campamento, él y los ancianos de Israel. Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor del campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra. Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo alrededor del campamento. Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande. Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso. De Kibrot-hataava partió el pueblo a Hazerot, y se quedó en Hazerot.

Números 11:24-35 La Biblia de las Américas (LBLA)

Salió Moisés y dijo al pueblo las palabras del SEÑOR. Reunió después a setenta hombres de los ancianos del pueblo y los colocó alrededor de la tienda. Entonces el SEÑOR descendió en la nube y le habló; y tomó del Espíritu que estaba sobre él y lo colocó sobre los setenta ancianos. Y sucedió que cuando el Espíritu reposó sobre ellos, profetizaron; pero no volvieron a hacerlo más. Pero dos hombres habían quedado en el campamento; uno se llamaba Eldad, y el otro se llamaba Medad. Y el Espíritu reposó sobre ellos (ellos estaban entre los que se habían inscrito, pero no habían salido a la tienda), y profetizaron en el campamento. Y un joven corrió y avisó a Moisés, diciendo: Eldad y Medad están profetizando en el campamento. Entonces respondió Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde su juventud, y dijo: Moisés, señor mío, detenlos. Pero Moisés le dijo: ¿Tienes celos por causa mía? ¡Ojalá todo el pueblo del SEÑOR fuera profeta, que el SEÑOR pusiera su Espíritu sobre ellos! Después Moisés volvió al campamento, y con él los ancianos de Israel. Y salió de parte del SEÑOR un viento que trajo codornices desde el mar y las dejó caer junto al campamento, como un día de camino de este lado, y un día de camino del otro lado, por todo alrededor del campamento, y como dos codos de espesor sobre la superficie de la tierra. Y el pueblo estuvo levantado todo el día, toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron las codornices (el que recogió menos, recogió diez homeres), y las tendieron para sí por todos los alrededores del campamento. Pero mientras la carne estaba aún entre sus dientes, antes que la masticaran, la ira del SEÑOR se encendió contra el pueblo, y el SEÑOR hirió al pueblo con una plaga muy mala. Por eso llamaron a aquel lugar Kibrot-hataava, porque allí sepultaron a los que habían sido codiciosos. Y de Kibrot-hataava el pueblo partió para Hazerot, y permaneció en Hazerot.

Números 11:24-35 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Así que Moisés salió y comunicó al pueblo las palabras del SEÑOR. Juntó a los setenta ancianos y los colocó alrededor del tabernáculo. Después el SEÑOR descendió en la nube y le habló a Moisés. Entonces les dio a los setenta ancianos del mismo Espíritu que estaba sobre Moisés; y cuando el Espíritu se posó sobre ellos, los ancianos profetizaron; pero esto nunca volvió a suceder. Sin embargo, dos hombres, Eldad y Medad, se habían quedado en el campamento. Ellos estaban incluidos en la lista de los ancianos, pero no se presentaron en el tabernáculo. Aun así, el Espíritu también se posó sobre ellos y profetizaron allí en el campamento. Un joven corrió y le informó a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!». Entonces Josué, hijo de Nun, que era ayudante de Moisés desde su juventud, protestó: —Moisés, mi señor, ¡detenlos! Pero Moisés respondió: —¿Estás celoso por mí? Ya quisiera que todos los del pueblo del SEÑOR fueran profetas y que el SEÑOR pusiera su Espíritu sobre todos. Entonces Moisés regresó al campamento con los ancianos de Israel. SEÑOR Ahora bien, el SEÑOR envió un viento que trajo codornices desde el mar y las dejó caer por todo el campamento. Había codornices por kilómetros en todas las direcciones, volando como a un metro del suelo. Así que el pueblo salió y atrapó codornices todo ese día, a lo largo de la noche y también todo el día siguiente. ¡Nadie recogió menos de cincuenta canastas! Entonces esparcieron las codornices por todo el campamento y las pusieron a secar. Pero mientras se saciaban de carne —cuando aún estaba en sus bocas—, el enojo del SEÑOR se encendió contra el pueblo y los castigó con una plaga muy grave. Así que ese lugar fue llamado Kibrot-hataava (que significa «tumbas de glotonería») porque allí enterraron a la gente que codiciaba la carne de Egipto. Después, los israelitas viajaron de Kibrot-hataava a Hazerot, donde se quedaron por algún tiempo.