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Miqueas 7:5-15

Miqueas 7:5-15 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Por eso, no confíen en nadie ni crean en lo que otros les digan. Tengan cuidado de lo que hablan, porque los hijos y las hijas no respetan a sus padres, las nueras desprecian a sus suegras, y nuestros peores enemigos los tenemos en la familia. ¡Por eso no confíen en nadie, ni en su propia esposa! Yo, por mi parte, pondré mi confianza en Dios. Él es mi salvador, y sé que habrá de escucharme. Los israelitas dijeron: «Babilonia, nación enemiga, no te alegres de vernos en desgracia. Fuimos derrotados, pero volveremos a levantarnos; ahora estamos en graves problemas, pero el Dios de Israel nos salvará. »Es verdad que pecamos contra Dios; por eso soportamos su castigo. Pero un día habrá de juzgarnos, y entonces nos hará justicia y nos hará gozar de su salvación. »Babilonia, enemiga nuestra, tú preguntabas por nuestro Dios; ¡pues vas a quedar en vergüenza cuando veas lo que hará por nosotros! ¡Ya nos alegraremos al verte pisoteada como el barro de las calles! »Jerusalén, ya está cerca el día en que tus muros serán reconstruidos y tu territorio será extendido. Ya está cerca el día en que vendrán a visitarte pueblos de todas partes: vendrán de Asiria y de Egipto, del río Nilo y del río Éufrates, de un mar a otro mar, de una montaña a otra montaña; porque el territorio de esos países quedará hecho un desierto por los pecados de sus habitantes. »Dios nuestro, cuida de tu pueblo; cuida de este rebaño tuyo. Aunque vivimos en tierras fértiles parecemos ovejas perdidas en el bosque. Tú eres nuestro pastor, ven y ayúdanos como lo hiciste en otros tiempos. Aliméntanos con lo mejor que nos ofrecen las regiones de Basán y de Galaad. »Muéstranos tus grandes acciones, como cuando nos sacaste de Egipto.

Miqueas 7:5-15 Reina Valera Contemporánea (RVC)

No creas, pues, en tus amigos ni confíes en tus gobernantes. Ten cuidado de la que duerme a tu lado, y no abras la boca. Porque el hijo deshonra al padre, la hija se rebela contra la madre, y la nuera contra la suegra, y todo el mundo tiene al enemigo dentro de su propia casa. Yo, por mi parte, pondré la mirada en el Señor, y esperaré en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios habrá de escucharme! Tú, enemiga mía, no te alegres de mí. Aunque he caído, habré de levantarme; aunque ahora viva yo en tinieblas, el Señor es mi luz. He pecado contra el Señor, y soportaré su ira hasta que él juzgue mi causa y me haga justicia. Y él me sacará a la luz, y veré su justicia. Tú, enemiga mía, lo verás, y quedarás cubierta de vergüenza. Tú solías decirme: «¿Dónde está el Señor, tu Dios?» ¡Pues con mis propios ojos he de ver cuando seas pisoteada como el lodo de las calles! Jerusalén, viene el día en que tus murallas serán reconstruidas, y en ese día se extenderán tus límites. En ese día vendrán a ti desde Asiria y las ciudades fortificadas, desde las ciudades fortificadas hasta el río, y de mar a mar, y de monte a monte. Y el país será destruido por causa de sus habitantes y por el fruto de sus obras. Señor, guía con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu propiedad, que vaga solo en la montaña, y llévalo a un campo fértil. Permítele buscar pastos en Basán y en Galaad, como en los días de antaño. ¡Muéstrale tus maravillas, como el día que lo sacaste de Egipto!

Miqueas 7:5-15 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

No creas en la palabra de tu prójimo ni confíes en ningún amigo; cuídate aun de lo que hables con tu esposa. Porque los hijos tratan con desprecio a los padres, las hijas se rebelan contra las madres, las nueras contra las suegras y los enemigos de cada cual son sus propios parientes., Pero yo esperaré en el Señor; pondré mi esperanza en Dios mi salvador, porque él me escuchará. Nación enemiga mía, no te alegres de mi desgracia, pues, aunque caí, voy a levantarme; aunque me rodee la oscuridad, el Señor es mi luz. He pecado contra el Señor, y por eso soportaré su enojo; mientras tanto, él juzgará mi causa y me hará justicia. El Señor me llevará a la luz, me hará ver su victoria. También la verá mi enemiga, y eso la cubrirá de vergüenza. Ella me decía: «¿Dónde está el Señor tu Dios?», pero ahora tendré el gusto de verla pisoteada como el barro de las calles. Jerusalén, ya viene el día en que tus muros serán reconstruidos y tus límites ensanchados. Ya viene el día en que acudirán a ti de todas partes: desde Asiria hasta Egipto, desde el río Nilo hasta el Éufrates, de mar a mar y de monte a monte. La tierra será convertida en desierto por culpa de sus habitantes, como resultado de su maldad. ¡Cuida, Señor, de tu pueblo, de las ovejas de tu propiedad, que están solas en el bosque, rodeadas de fértiles tierras! Llévalas, como en tiempos pasados, a los pastos de Basán y Galaad. Hazles ver maravillas, como en los días en que los sacaste de Egipto.

Miqueas 7:5-15 Nueva Traducción Viviente (NTV)

No confíen en nadie, ¡ni en su mejor amigo, ni siquiera en su esposa! Pues el hijo desprecia a su padre. La hija se rebela contra su madre. La nuera reta a su suegra. ¡Sus enemigos están dentro de su propia casa! En cuanto a mí, busco la ayuda del SEÑOR. Espero confiadamente que Dios me salve, y con seguridad mi Dios me oirá. ¡Enemigos míos, no se regodeen de mí! Pues aunque caiga, me levantaré otra vez. Aunque esté en oscuridad, el SEÑOR será mi luz. Seré paciente cuando el SEÑOR me castigue, porque he pecado contra él. Pero después, él tomará mi caso y me hará justicia por todo lo que he sufrido a manos de mis enemigos. El SEÑOR me llevará a la luz y veré su justicia. Entonces mis enemigos verán que el SEÑOR está de mi lado. Serán avergonzados los que se mofaban de mí diciendo: «Entonces, ¿dónde está el SEÑOR, ese Dios tuyo?». Con mis propios ojos veré su ruina; como lodo en las calles serán pisoteados. En aquel día, Israel, tus ciudades serán reconstruidas y tus fronteras se extenderán. Vendrá gente de muchos países y te honrará: desde Asiria hasta las ciudades de Egipto, desde Egipto hasta el río Éufrates y desde los mares distantes y las montañas lejanas. Sin embargo, la tierra se volverá vacía y desolada a causa de la perversidad de los que la habitan. SEÑOR Oh SEÑOR, protege a tu pueblo con tu vara de pastor; guía a tu rebaño, tu posesión más preciada. Aunque viva solo en un matorral en lo alto del monte Carmelo, que se alimente en los fértiles pastos de Basán y Galaad como lo hacía en tiempos pasados. «Sí —dice el SEÑOR—, haré para ti grandes milagros, como los que hice cuando te rescaté de la esclavitud en Egipto».