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Joel 1:2-20

Joel 1:2-20 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

¡Oigan esto, ancianos del pueblo! ¡Presten atención, habitantes todos del país! ¿Alguna vez sucedió cosa semejante en su tiempo o en el de sus antepasados? Cuéntenselo a sus hijos, y que ellos se lo cuenten a los suyos, y estos a la siguiente generación. Lo que dejó el enjambre de langostas, lo comió la langosta grande. Lo que dejó la langosta grande, lo comió la langosta pequeña. Lo que dejó la langosta pequeña, lo comió la langosta joven. ¡Despierten, borrachos, y lloren! Giman, todos los que beben vino, porque el vino nuevo les fue arrebatado de los labios. Una nación ha invadido mi tierra; poderosa e innumerable: tiene dientes de león, colmillos de leona. Asoló mis vides, desgajó mis higueras. Las peló y las derrumbó, dejando blancas sus ramas. Gime, pueblo mío, como virgen vestida de luto por la muerte de su prometido. Las ofrendas de cereales y las ofrendas líquidas no se ofrecen ya en la casa del SEÑOR. Hacen duelo los sacerdotes, los ministros del SEÑOR. Los campos yacen devastados, reseca está la tierra; han sido arrasados los cereales, se ha secado el vino nuevo y agotado el aceite. Laméntense ustedes, agricultores; giman, viñadores, por el trigo y la cebada, porque se ha perdido la cosecha de los campos. La vid se secó y la higuera se marchitó; el granado, la palmera, el manzano y todos los árboles del campo se secaron. Y hasta la alegría de la gente se marchitó. ¡Vístanse de duelo y giman, sacerdotes! ¡Laméntense, ministros del altar! ¡Vengan, ministros de mi Dios, y pasen la noche vestidos de luto, porque las ofrendas de cereales y las ofrendas líquidas han sido suspendidas en la casa de su Dios! Entréguense al ayuno, convoquen a una asamblea sagrada. Reúnan a los ancianos del pueblo en la casa del SEÑOR su Dios; reúnan a todos los habitantes del país, y clamen al SEÑOR. ¡Ay de aquel día! Porque el día del SEÑOR está cerca. Vendrá como devastación de parte del Todopoderoso. ¿No se nos arrebató el alimento ante nuestros propios ojos, la alegría y el regocijo de la casa de nuestro Dios? La semilla se secó debajo de los terrones. Los silos están en ruinas y los graneros derribados porque la cosecha se perdió. ¡Cómo brama el ganado! Vagan sin rumbo las vacas porque no tienen donde pastar y sufren también las ovejas. A ti clamo, SEÑOR, porque el fuego ha devorado los pastizales de la estepa; las llamas han consumido todos los árboles del campo. Aun los animales del campo te buscan con ansias, porque se han secado los canales de los ríos y el fuego ha devorado los pastizales de la estepa.

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Joel 1:2-20 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

«¡Pongan mucha atención ustedes, jefes del pueblo, y todos los que viven en este país! ¡Cuatro plagas de saltamontes han venido sobre nuestra tierra y han acabado con nuestras siembras! ¿Cuándo han visto ustedes algo así? ¡Ni siquiera los antepasados de ustedes vieron en su vida algo parecido! »¡Cuéntenselo a sus hijos, para que ellos, a su vez, se lo cuenten a sus nietos, bisnietos y tataranietos! »¡Vamos, borrachos, levántense! ¡Despierten y pónganse a llorar, pues ya no van a tener vino! Una plaga de saltamontes ha invadido nuestro país, como si fuera un gran ejército. Sus dientes tienen tanto filo que hasta parecen leones furiosos. Destruyeron nuestras viñas y despedazaron nuestras higueras; ¡pelaron las ramas por completo! »La gente llora desconsolada, como la novia que llora de tristeza porque se ha muerto su novio. También lloran los sacerdotes que están al servicio de Dios, pues ya nadie lleva al templo ofrendas de vino y de cereales. »Ya no hay trigo, ya no hay vino ni aceite, pues los campos se secaron y quedaron hechos un desierto. »Ustedes, los campesinos, y ustedes, los agricultores: ¡lloren de tristeza! Ya se han perdido las cosechas de trigo y de cebada; ya se han secado los viñedos, las higueras, los granados, las palmeras, los manzanos y todos los árboles del campo; ¡la gente misma ha perdido la alegría! »Ustedes, los sacerdotes, que sirven a Dios en el altar, pónganse ropa de luto y pasen la noche llorando, pues ya nadie trae al templo ofrendas de vino y de cereales. Reúnan en el templo a los israelitas y a sus jefes, para que ayunen y oren a Dios. ¡Nuestro Dios viene! ¡Ya está cerca el día! ¡Será un día de destrucción por parte del Todopoderoso! »En nuestra propia cara nos quitaron la comida; nos quitaron la alegría de estar en el templo de nuestro Dios. La siembra de trigo se secó, por eso están vacíos todos nuestros graneros. ¡Mugen nuestras vacas y balan nuestras ovejas! ¡Los ganados se mueren de hambre porque ya no encuentran pastos! »Dios nuestro, ¡en ti buscamos ayuda porque el fuego ha quemado nuestros campos y nuestros bosques! ¡También te piden ayuda los animales del campo, pues los arroyos están secos y el fuego ha acabado con los pastos!

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Joel 1:2-20 Reina Valera Contemporánea (RVC)

«Ustedes los ancianos, ¡oigan esto! Y ustedes, los habitantes de toda la tierra, ¡escuchen! ¿Acaso sucedió algo así en sus días, o en los días de sus padres? Esto lo contarán ustedes a sus hijos, y sus hijos a sus propios hijos, y ellos a la generación siguiente. Lo que la oruga dejó se lo comió el saltón, y lo que dejó el saltón se lo comió el revoltón, y lo que el revoltón dejó se lo comió la langosta. »Despierten, borrachos, y lloren; y todos ustedes, los que beben vino, giman por causa del mosto, porque se les va a quitar de la boca. Un pueblo fuerte y muy numeroso viene contra mi tierra. Sus dientes y sus muelas parecen de león. Ha asolado mi viña, y descortezado mi higuera; la ha dejado completamente pelada y por el suelo; ¡sus ramas se han quedado desnudas! »Llora tú, como la joven que guarda luto por el esposo de su juventud. En la casa del Señor ya no hay ofrendas ni libaciones; los sacerdotes que sirven al Señor están de luto. Los campos están asolados y de luto, porque el trigo ha sido destruido. Mosto no hay, y el aceite se ha perdido. »Ustedes, labradores y viñateros, preocúpense por el trigo y la cebada, porque se han perdido las cosechas. Las vides están secas; perecieron las higueras y los granados, las palmeras y los manzanos; ¡secos están todos los árboles del campo! Por eso no hay para nadie motivo de alegría. »Ustedes los sacerdotes, ministros del altar, ¡vístanse de luto y lloren! Vengan y duerman con el cilicio puesto, ministros de mi Dios, porque en la casa de su Dios ya no hay ofrendas ni libaciones. Proclamen ayuno, convoquen a una asamblea; congreguen en la casa del Señor su Dios a los ancianos y a todos los habitantes de la tierra, e imploren su ayuda. »¡Ay del día del Señor! Cercano está, y viene como un día de destrucción de parte del Todopoderoso. Ante nuestros propios ojos nos ha sido arrebatado el alimento, la alegría y el placer de estar en la casa de nuestro Dios. »El trigo se ha secado, o bien se pudre bajo los terrones; los graneros han sido derribados y los alfolíes han sido destruidos. Gimen las bestias, los hatos de bueyes y los rebaños de ovejas, porque ya no hay pastos.» Clamo a ti, Señor, porque el fuego ha consumido los pastos del desierto; las llamas redujeron a cenizas a todos los árboles del campo. También las bestias del campo braman pidiendo tu ayuda, porque se han secado los arroyos, y el fuego ha consumido las praderas del desierto.

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Joel 1:2-20 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

Oigan bien esto, ancianos, y todos ustedes, habitantes del país. ¿Han visto ustedes nunca cosa semejante? ¿Se vio nunca cosa igual en tiempos de sus padres? Cuéntenlo a sus hijos, y que ellos lo cuenten a los suyos, y estos a los que nazcan después. Todo se lo comieron las langostas: lo que unas dejaron, otras vinieron y lo devoraron. ¡Ustedes, borrachos, despierten! ¡Échense a llorar, bebedores de vino, porque aun el jugo de la uva les van a quitar! Pues la langosta, como un ejército fuerte y numeroso, de dientes de león y colmillos de leona, ha invadido mi país. Ha destruido nuestros viñedos, ha destrozado nuestras higueras; las ha pelado por completo, hasta dejar blancas sus ramas. Como novia que llora y se viste de luto por la muerte de su prometido, así lloran los sacerdotes porque en el templo ya no hay cereales ni vino para las ofrendas del Señor. Los campos están desolados; las tierras están de luto. El trigo se ha perdido, los viñedos se han secado y los olivos están marchitos. Ustedes, los que trabajan en campos y viñedos, lloren entristecidos, pues se echaron a perder las siembras y las cosechas de trigo y de cebada. Se han secado los viñedos y se han perdido las higueras. Secos quedaron también los granados, las palmeras, los manzanos y todos los árboles del campo. ¡Así se ha perdido la alegría de toda la gente! Ustedes, sacerdotes, ministros del altar, vístanse de ropas ásperas y lloren de dolor, porque en el templo de su Dios ya no hay cereales ni vino para las ofrendas. Convoquen al pueblo y proclamen ayuno; junten en el templo del Señor su Dios a los ancianos y a todos los habitantes del país, e invoquen al Señor. ¡Ay, se acerca el día del Señor! ¡Día terrible, que nos trae destrucción de parte del Todopoderoso! Ante nuestros ojos nos quitaron la comida, y se acabó la alegría en el templo de nuestro Dios. La semilla murió en el surco, el trigo se ha perdido y los graneros están en ruinas. ¡Cómo muge el ganado! En vano buscan pasto las vacas; los rebaños de ovejas se están muriendo. ¡A ti clamo, Señor, pues el fuego ha quemado la hierba del desierto y los árboles del campo! ¡Aun los animales salvajes claman a ti, porque se han secado los arroyos y el fuego quema los pastizales!

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Joel 1:2-20 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Oíd esto, ancianos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres? De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la otra generación. Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado. Despertad, borrachos, y llorad; gemid, todos los que bebéis vino, a causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca. Porque pueblo fuerte e innumerable subió a mi tierra; sus dientes son dientes de león, y sus muelas, muelas de león. Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo la desnudó y derribó; sus ramas quedaron blancas. Llora tú como joven vestida de cilicio por el marido de su juventud. Desapareció de la casa de Jehová la ofrenda y la libación; los sacerdotes ministros de Jehová están de duelo. El campo está asolado, se enlutó la tierra; porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, se perdió el aceite. Confundíos, labradores; gemid, viñeros, por el trigo y la cebada, porque se perdió la mies del campo. La vid está seca, y pereció la higuera; el granado también, la palmera y el manzano; todos los árboles del campo se secaron, por lo cual se extinguió el gozo de los hijos de los hombres. Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitada es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación. Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad a Jehová. ¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso. ¿No fue arrebatado el alimento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios? El grano se pudrió debajo de los terrones, los graneros fueron asolados, los alfolíes destruidos; porque se secó el trigo. ¡Cómo gimieron las bestias! ¡Cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! También fueron asolados los rebaños de las ovejas. A ti, oh Jehová, clamaré; porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles del campo. Las bestias del campo bramarán también a ti, porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderas del desierto.

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Joel 1:2-20 La Biblia de las Américas (LBLA)

Oíd esto, ancianos, y prestad oído, habitantes todos de la tierra. ¿Ha acontecido cosa semejante en vuestros días, o en los días de vuestros padres? Contadlo a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la siguiente generación. Lo que dejó la oruga, lo comió la langosta; lo que dejó la langosta, lo comió el pulgón; y lo que dejó el pulgón, lo comió el saltón. Despertad, borrachos, y llorad, y gemid todos los que bebéis vino, a causa del vino dulce que os es quitado de la boca. Porque una nación ha subido contra mi tierra, poderosa e innumerable; sus dientes son dientes de león, y tiene colmillos de leona. Ha hecho de mi vid una desolación, y astillas de mi higuera. Del todo las ha descortezado y derribado; sus sarmientos se han vuelto blancos. Laméntate como virgen ceñida de cilicio por el esposo de su juventud. Han sido cortadas la ofrenda de cereal y la libación de la casa del SEÑOR. Están de duelo los sacerdotes, los ministros del SEÑOR. El campo está asolado, la tierra está de duelo, porque el grano está arruinado, el mosto se seca, y el aceite virgen se pierde. Avergonzaos, labradores, gemid, viñadores, por el trigo y la cebada, porque la cosecha del campo se ha perdido. La vid se seca, y se marchita la higuera; también el granado, la palmera y el manzano, todos los árboles del campo se secan. Ciertamente se seca la alegría de los hijos de los hombres. Ceñíos de cilicio, y lamentaos, sacerdotes; gemid, ministros del altar. Venid, pasad la noche ceñidos de cilicio, ministros de mi Dios, porque sin ofrenda de cereal y sin libación ha quedado la casa de vuestro Dios. Promulgad ayuno, convocad asamblea; congregad a los ancianos y a todos los habitantes de la tierra en la casa del SEÑOR vuestro Dios, y clamad al SEÑOR. ¡Ay de ese día! Porque está cerca el día del SEÑOR, y vendrá como destrucción del Todopoderoso. ¿No ha sido suprimido el alimento de delante de nuestros ojos, y la alegría y el regocijo de la casa de nuestro Dios? Las semillas se han secado bajo los terrones; los almacenes han sido asolados, los graneros derribados porque se secó el grano. ¡Cómo muge el ganado! Andan vagando los hatos de vacas porque no hay pasto para ellas; hasta los rebaños de ovejas sufren. A ti clamo, oh SEÑOR, porque el fuego ha devorado los pastos del desierto, y la llama ha consumido todos los árboles del campo. Aun las bestias del campo braman por ti, porque se han secado los arroyos de agua, y el fuego ha devorado los pastos del desierto.

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Joel 1:2-20 Nueva Traducción Viviente (NTV)

Oigan esto, líderes del pueblo. Escuchen, todos los habitantes de la tierra. En toda su historia, ¿había sucedido antes algo semejante? Cuéntenlo a sus hijos en los años venideros, y que sus hijos lo relaten a sus hijos. Transmitan esta historia de generación en generación. Después de que la oruga devoró las cosechas, ¡el pulgón acabó con lo que quedaba! Luego vino el saltamontes y llegó también la langosta. ¡Despiértense, borrachos, y lloren! ¡Giman, bebedores de vino! Todas las uvas están arruinadas y se acabó el vino dulce. Un inmenso ejército de langostas ha invadido mi tierra, un ejército terrible, imposible de contar. Sus dientes son como los del león y sus colmillos se parecen a los de la leona. Destruyó mis vides y arruinó mis higueras; les arrancó la corteza y la destruyó, dejando sus ramas blancas y desnudas. Lloren como una recién casada vestida de luto, quien llora la muerte de su esposo. Pues no hay grano ni vino para ofrecer en el templo del SEÑOR. Por eso los sacerdotes están de luto; los ministros del SEÑOR están llorando. Los campos están arruinados, la tierra quedó desnuda. El grano está destruido, las uvas se secaron y se acabó el aceite de oliva. ¡Laméntense, ustedes, agricultores! ¡Giman, ustedes que cultivan vides! Lloren porque el trigo y la cebada —todos los cultivos del campo— están arruinados. Se secaron las vides y se marchitaron las higueras. Los granados, las palmeras y los manzanos —todos los árboles frutales— se secaron. Y la alegría de la gente se marchitó con ellos. Ustedes sacerdotes, ¡vístanse de tela áspera y lloren! ¡Giman, ustedes, los que sirven ante el altar! Vengan, pasen la noche vestidos de tela áspera, ustedes, ministros de mi Dios. Pues no hay grano ni vino para ofrecer en el templo de su Dios. Proclamen un tiempo de ayuno; convoquen al pueblo a una reunión solemne. Reúnan a los líderes y a toda la gente del país en el templo del SEÑOR su Dios y allí clamen a él. El día del SEÑOR está cerca, el día cuando la destrucción viene de parte del Todopoderoso. ¡Qué terrible será aquel día! La comida desaparece delante de nuestros ojos. Ya no hay celebraciones de júbilo en la casa de nuestro Dios. Las semillas mueren en la tierra reseca y las cosechas de grano se pierden. Los establos están vacíos, y los graneros, abandonados. ¡Cómo braman de hambre los animales! Las manadas de ganado vagan desorientadas porque no encuentran pasto. Los rebaños de ovejas y cabras gimen en su sufrimiento. ¡SEÑOR, ayúdanos! El fuego ha devorado los pastos del desierto y las llamas han consumido todos los árboles. Hasta los animales salvajes claman a ti porque los arroyos se secaron y el fuego ha devorado los pastos del desierto.

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