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Jeremías 31:10-40

Jeremías 31:10-40 Reina Valera Contemporánea (RVC)

Ustedes, las naciones, oigan la palabra del Señor. Háganlo saber en las costas más lejanas. Digan que el que esparció a Israel ahora lo reúne, y que lo cuidará como cuida el pastor a su rebaño. Porque el Señor ha redimido a Jacob; lo ha redimido del poder del que era más fuerte que él. «Ellos vendrán a las alturas de Sión entre gritos de alegría, y se deleitarán con mis bondades: con el pan, el vino y el aceite, y el ganado de las ovejas y de las vacas; y ellos mismos serán como un huerto bien regado, y nunca más volverán a experimentar el dolor. Entonces las doncellas danzarán con alegría, lo mismo que los jóvenes y los ancianos. Yo los consolaré, y cambiaré sus lágrimas en gozo y su dolor en alegría. Satisfaré abundantemente y con lo mejor el hambre y la sed de los sacerdotes y de mi pueblo.» —Palabra del Señor. Así ha dicho el Señor: «Se oye una voz en Ramá; amargo llanto y lamento. Es Raquel, que llora por sus hijos, y no quiere que la consuelen, porque ya han muerto.» Así ha dicho el Señor: «Reprime tu llanto y tus sollozos; seca las lágrimas de tus ojos, porque no has trabajado en vano: tus hijos volverán de ese país enemigo. —Palabra del Señor. »Tus descendientes tienen esperanza; tus hijos volverán a su propia tierra. —Palabra del Señor. »He escuchado a Efraín llorar y lamentarse: “Me azotaste. He sido castigado como un novillo indómito. Pero haz que me vuelva a ti, y a ti me volveré, porque tú eres el Señor, mi Dios. Después de apartarme de ti, me arrepentí; después de reconocer mi falta, me herí en el muslo. Me quedé avergonzado y confundido, porque cargué con la afrenta de mi juventud.” »¡Pero Efraín, tú eres mi hijo más querido! ¡Eres el niño en quien me complazco! Siempre que hablo de ti, lo hago con mucho cariño. Por ti, el corazón se me estremece. Ciertamente tendré de ti misericordia.» —Palabra del Señor. ¡Regresa, virginal Israel! ¡Regresa a tus ciudades por el mismo camino por el que te fuiste! ¡Pon señales y marcas, y fíjate bien cuál es el camino! ¿Hasta cuándo vas a andar errante, mujer contumaz? El Señor ha establecido algo nuevo en la tierra: ¡la mujer corteja al varón! Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: «Cuando yo haga volver a los cautivos, en la tierra de Judá y en sus ciudades volverán a decirse estas palabras: “¡Que el Señor te bendiga, monte santo, mansión de justicia!” Y Judá volverá a vivir allí, y en todas sus ciudades, y habrá allí labradores y pastores con sus rebaños. Yo satisfaré el hambre y la sed de la gente triste y fatigada.» De pronto desperté, abrí los ojos, ¡y me encantó lo que había soñado! «Vienen días en que llenaré la casa de Israel y la casa de Judá con multitudes de hombres y de animales. —Palabra del Señor. »Y así como me ocupé de ellos para arrancar y destruir, y arruinar, derribar y afligir, también me ocuparé de ellos para construir y plantar. —Palabra del Señor. »En esos días no volverá a decirse: “Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera”, sino que cada cual morirá por su propia maldad. La dentera la tendrán los dientes de todo el que coma las uvas agrias. »Vienen días en que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. —Palabra del Señor. »No será un pacto como el que hice con sus padres cuando los tomé de la mano y los saqué de la tierra de Egipto. Porque yo fui para ellos como un marido, pero ellos quebrantaron mi pacto. —Palabra del Señor. »Cuando hayan pasado esos días, el pacto que haré con la casa de Israel será el siguiente: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. —Palabra del Señor. »Nadie volverá a enseñar a su prójimo ni a su hermano, ni le dirá: “Conoce al Señor”, porque todos ellos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán. Y yo perdonaré su maldad, y no volveré a acordarme de su pecado.» —Palabra del Señor. Así ha dicho el Señor, cuyo nombre es el Señor de los ejércitos; el que ha puesto al sol la ley de alumbrar durante el día, y a la luna y las estrellas la ley de alumbrar de noche; el que agita el mar y hace que rujan sus olas: «Mientras estas leyes sigan vigentes, Israel y sus descendientes serán también ante mí una nación para siempre.» —Palabra del Señor. Así ha dicho el Señor: «Yo desecharé a todos los descendientes de Israel por todo lo que hicieron, solo cuando los altos cielos puedan medirse, y cuando los fundamentos inferiores de la tierra puedan explorarse. —Palabra del Señor. »Vienen días en que la ciudad será reconstruida en mi honor, desde la torre de Jananel hasta la puerta angular. —Palabra del Señor. »Los linderos de la ciudad se extenderán en dirección a la colina de Gareb, y rodearán a Goa. Y todo el valle donde se entierra a los muertos y se tira la ceniza, y todas las llanuras hacia el oriente, hasta el arroyo de Cedrón y hasta la esquina de la Puerta de los Caballos, estarán consagrados a mí, y nunca más Jerusalén volverá a ser arrancada ni destruida.»

Jeremías 31:10-40 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)

»Naciones, escuchen la palabra del SEÑOR, y anuncien en las costas más lejanas: “El que dispersó a Israel, lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño”. Porque el SEÑOR rescató a Jacob; lo redimió de una mano más poderosa que él. Vendrán y cantarán jubilosos en las alturas de Sión; disfrutarán de las bondades del SEÑOR: el trigo, el vino nuevo y el aceite, las crías de las ovejas y las vacas. Serán como un jardín bien regado, y no volverán a desfallecer. Entonces las jóvenes danzarán con alegría y los jóvenes junto con los ancianos. Convertiré su duelo en gozo y los consolaré; transformaré su dolor en alegría. Colmaré de abundancia a los sacerdotes, y saciaré con mis bienes a mi pueblo», afirma el SEÑOR. Así dice el SEÑOR: «Se oye un grito en Ramá, lamentos y amargo llanto. Es Raquel que llora por sus hijos y no quiere ser consolada. ¡Sus hijos ya no existen!». Así dice el SEÑOR: «Reprime tu llanto, las lágrimas de tus ojos, pues tus obras tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo», afirma el SEÑOR. «Se vislumbra esperanza en tu futuro: tus hijos volverán a su patria», afirma el SEÑOR. «Por cierto, he escuchado el lamento de Efraín: “Me has azotado como a un ternero sin domar y he aceptado tu corrección. Hazme volver, y seré restaurado; porque tú, SEÑOR, eres mi Dios. Yo me aparté, pero me arrepentí; al comprenderlo me di golpes de pecho. Me siento avergonzado y humillado porque cargo con la deshonra de mi juventud”. ¿Acaso no es Efraín mi hijo amado? ¿Acaso no es el niño en quien me deleito? Cada vez que lo reprendo, vuelvo a acordarme de él. Por él mi corazón se conmueve; por él siento mucha compasión», afirma el SEÑOR. «Ponte señales en el camino, coloca marcas por donde pasaste, fíjate bien en el sendero. ¡Vuelve, virginal Israel; vuelve a tus ciudades! ¿Hasta cuándo andarás errante, hija infiel? El SEÑOR creará algo nuevo en la tierra, la mujer regresará a su esposo». Así dice el SEÑOR de los Ejércitos, el Dios de Israel: «Cuando yo los haga volver del cautiverio, en la tierra de Judá y en sus ciudades volverá a decirse: “Que el SEÑOR te bendiga, morada de justicia, monte santo”. Allí habitarán juntos Judá y todas sus ciudades, los agricultores y los pastores de rebaños. Daré de beber a los sedientos y saciaré a los que estén agotados». En ese momento me desperté y abrí los ojos. Había tenido un sueño agradable. «Vienen días —afirma el SEÑOR—, en que sembraré en Israel y en Judá la simiente de hombres y de animales. Y así como he estado vigilándolos para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y para traer calamidad, así también habré de vigilarlos para construir y plantar», afirma el SEÑOR. «En aquellos días no volverá a decirse: »“Los padres comieron uvas agrias y a los hijos les duelen los dientes”. Al contrario, al que coma las uvas agrias le dolerán los dientes; es decir, que cada uno morirá por su propia iniquidad. »Vienen días», afirma el SEÑOR, «en que haré un nuevo pacto con Israel y con Judá. No será un pacto como el que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la mano y los saqué de Egipto, ya que ellos lo quebrantaron a pesar de que yo era su esposo», afirma el SEÑOR. «Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel», afirma el SEÑOR. «Pondré mi Ley en su mente y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya nadie tendrá que enseñar a su prójimo; tampoco dirá nadie a su hermano: “¡Conoce al SEÑOR!”, porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán», afirma el SEÑOR. «Porque yo perdonaré su iniquidad y nunca más me acordaré de sus pecados». Así dice el SEÑOR, cuyo nombre es el SEÑOR de los Ejércitos, quien estableció el sol para alumbrar el día, la luna y las estrellas para alumbrar la noche y agita el mar para que rujan sus olas: «Si alguna vez fallaran estos estatutos», afirma el SEÑOR, «entonces la descendencia de Israel ya nunca más sería mi nación especial». Así dice el SEÑOR: «Si se pudieran medir los cielos en lo alto, y en lo bajo explorar los cimientos de la tierra, entonces yo rechazaría a la descendencia de Israel por todo lo que ha hecho», afirma el SEÑOR. «Vienen días —afirma el SEÑOR—, en que la ciudad del SEÑOR será reconstruida, desde la torre de Jananel hasta la puerta de la Esquina. El cordel para medir se extenderá en línea recta, desde allí hasta la colina de Gareb, y luego girará hacia Goa. Todo el valle donde se arrojan los cadáveres y las cenizas, y todos los campos, hasta el arroyo de Cedrón y hasta la puerta de los Caballos, en la esquina oriental, estarán consagrados al SEÑOR. ¡Nunca más la ciudad será arrancada ni derribada!».

Jeremías 31:10-40 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)

Dios les dice a las naciones: «Escuchen mi mensaje. Digan a las islas lejanas que yo dispersé a Israel, pero que volveré a reunirlo. Ahora voy a cuidarlos, como cuida el pastor a sus ovejas. Rescataré a los israelitas; los libraré del poder de ustedes, pues son más fuertes que ellos. Cuando ellos lleguen a Jerusalén disfrutarán de mis bendiciones. Yo les daré trigo, vino y aceite, y también vacas y ovejas, para que hagan fiesta. Serán como un jardín bien regado, y nunca más perderán su fuerza. Yo les daré consuelo; cambiaré su dolor en danza y su tristeza en alegría. Bailarán alegres jóvenes y viejos. Los sacerdotes y mi pueblo disfrutarán de mis bendiciones, y tendrán más de lo que necesitan. Les juro que así lo haré». El Dios de Israel dice: «Grandes llantos y lamentos oyó la gente de Ramá. Es Raquel, que llora por la muerte de sus hijos, y no quiere ser consolada». Pero Dios le dice: «Sécate las lágrimas, Raquel; ya no sigas llorando ni pierdas la esperanza. Tus hijos volverán a su patria; volverán de ese país enemigo, y tu sufrimiento se verá recompensado. Te juro que así será. »Ya he escuchado a mi pueblo llorar amargamente. Los he oído reclamarme: “Dios de Israel, ¡tú eres nuestro Dios! Éramos como un toro salvaje, pero tú pudiste domarnos y ahora sabemos obedecer. ¡Acéptanos de nuevo! ”Cuando jóvenes, te abandonamos; pero ahora estamos arrepentidos. ¡Estamos tan avergonzados que nosotros mismos nos herimos!” »Pero yo les he dicho: “Ustedes son mi pueblo preferido; ¡y los quiero más que a nadie! Es verdad que los reprendo, pero siempre pienso en ustedes. ¡Los amo de todo corazón! ¡Les tengo un gran cariño! ”Amado pueblo de Israel, ¡regresa ya a tus ciudades! ¡Pon señales en el camino para que puedas encontrarlo! ¡Deja ya de andar perdido! ¡Deja ya de serme infiel! Yo soy el Dios de Israel, y he creado algo nuevo y sorprendente, tanto que nadie podría imaginárselo”». En un sueño, el Dios todopoderoso me dijo: «Cuando yo haga volver a los israelitas del país donde ahora son esclavos, los que viven en las ciudades de Judá volverán a decir: “¡Dios te bendiga, Jerusalén! ¡Ciudad elegida por Dios! ¡Dios te bendiga, templo de Dios, pues en ti habita la justicia!” »Allí vivirán todos los que ahora viven en las ciudades de Judá, junto con los campesinos y los pastores de ovejas. A los que tengan hambre les daré de comer, y a los que tengan sed les daré de beber». Cuando me desperté y abrí los ojos, me di cuenta de que había tenido un sueño muy hermoso. El Dios de Israel dice: «Viene el día en que haré que Israel y Judá vuelvan a poblarse de gente y de animales. Así como antes me dediqué a derribarlos, arrancarlos y destruirlos, ahora me dedicaré a plantarlos, reconstruirlos y ayudarlos a crecer. Cuando llegue ese día, nadie volverá a decir: “Los padres la hacen, y los hijos la pagan”, porque cada quien será responsable de sus propios actos. En otras palabras, cada uno de ustedes morirá por su propio pecado». El Dios de Israel dice: «Viene el día en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con el pueblo de Judá. En el pasado, tomé de la mano a sus antepasados y los saqué de Egipto, y luego hice un pacto con ellos. Pero no lo cumplieron, a pesar de que yo era su Dios. Por eso, mi nuevo pacto con el pueblo de Israel será este: »Haré que mis enseñanzas las aprendan de memoria, y que sean la guía de su vida. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Les juro que así será. »Ya no hará falta que unos sean maestros de otros, y que les enseñen a conocerme, porque todos me conocerán, desde el más joven hasta el más viejo. Yo les perdonaré todas sus maldades, y nunca más me acordaré de sus pecados. Les juro que así será». El Dios todopoderoso dice: «Yo hago que el sol alumbre de día, y que la luna y las estrellas alumbren de noche. Yo hago que ruja el mar y que se agiten las olas. ¡Yo soy el Dios de Israel! »El día que estas leyes naturales lleguen a faltar, ese día el pueblo de Israel dejará de ser mi nación preferida. El día que alguien pueda medir la altura del cielo o explorar lo profundo de la tierra, ese día yo rechazaré a mi pueblo por todo el mal que ha hecho. ¡Pero eso nunca sucederá! ¡Les doy mi palabra!» El Dios de Israel dice: «Viene el día en que Jerusalén, mi ciudad, será reconstruida desde la torre de Hananel hasta el portón de la Esquina, y de allí hasta la colina de Gareb y el barrio de Goá. Y serán dedicados a mí el valle donde se arrojan los cadáveres y las cenizas, y también los campos que llegan hasta el arroyo de Cedrón y hasta la entrada de los Caballos, en la esquina del este. ¡Nunca más la ciudad de Jerusalén volverá a ser arrancada ni destruida!»

Jeremías 31:10-40 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)

»Naciones, escuchen la palabra del Señor y anuncien en las costas lejanas: “El Señor dispersó a Israel, pero lo reunirá y lo cuidará como cuida el pastor a sus ovejas.” Porque el Señor rescató al pueblo de Jacob, lo libró de una nación más poderosa. »Vendrán y cantarán de alegría en lo alto de Sión, se deleitarán con los beneficios del Señor: el trigo, el vino y el aceite, las ovejas y las reses. Serán como una huerta bien regada, y no volverán a perder las fuerzas. Las muchachas bailarán alegremente, lo mismo que los jóvenes y los viejos. Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría, y les daré una alegría mayor que su dolor. Haré que los sacerdotes coman los mejores alimentos y que mi pueblo disfrute en abundancia de mis bienes. Yo, el Señor, lo afirmo.» El Señor dice: «Se oye una voz en Ramá, de alguien que llora amargamente. Es Raquel, que llora por sus hijos, y no quiere ser consolada porque ya están muertos.» Pero el Señor le dice: «Raquel, no llores más; ya no derrames tus lágrimas, pues tus penas tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo. Yo, el Señor, lo afirmo. Hay una esperanza para tu futuro: tus hijos volverán a su patria. Yo, el Señor, lo afirmo. He oído al pueblo de Efraín quejarse amargamente: “Yo era como un novillo sin domar, pero tú me has domado; hazme volver a ti, pues tú eres el Señor, mi Dios. Yo me aparté de ti, pero estoy arrepentido; he reconocido mi pecado y me doy golpes en el muslo; me siento avergonzado y humillado por los pecados de mi juventud.” »El pueblo de Efraín es para mí un hijo amado; es el hijo que más quiero. Aun cuando lo reprendo, no dejo de acordarme de él; mi corazón se conmueve y siento por él gran compasión. Yo, el Señor, lo afirmo. »Israel, marca con señales el camino, para que vuelvas a encontrarlo fácilmente; fíjate bien en el camino que anduviste. ¡Vuelve, pueblo de Israel, vuelve a tus ciudades! ¿Hasta cuándo vas a ir de un lado a otro, como una hija descarriada? Yo, el Señor, he creado algo nuevo en este mundo: una mujer que corteja a un hombre.» El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: «Cuando yo cambie la suerte de la gente de Judá, y ellos estén de nuevo en su tierra y en sus ciudades, dirán otra vez: “¡Que el Señor bendiga este monte santo donde habita la justicia!” La gente de Judá y de sus ciudades, los agricultores y los pastores de rebaños vivirán ahí. Pues daré de comer y de beber en abundancia a los que estén cansados y sin fuerzas.» En esto me desperté y abrí los ojos. Mi sueño me agradó. El Señor afirma: «Vendrá un día en que haré que hombres y animales abunden en Israel y en Judá. Y así como estuve atento para arrancar, derribar, echar abajo, destruir y causar daños, así también estaré vigilante para construir y plantar. Yo, el Señor, lo afirmo. »En aquel tiempo no volverá a decirse: “Los padres comen uvas agrias y a los hijos se les destemplan los dientes.” Porque será que a quien coma uvas agrias, a ese se le destemplarán los dientes. Cada cual morirá por su propio pecado.» El Señor afirma: «Vendrá un día en que haré una nueva alianza con Israel y con Judá. Esta alianza no será como la que hice con sus antepasados, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto; porque ellos quebrantaron mi alianza, a pesar de que yo era su dueño. Yo, el Señor, lo afirmo. Esta será la alianza que haré con Israel en aquel tiempo: Pondré mi ley en su corazón y la escribiré en su mente. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo. Ya no será necesario que unos a otros, amigos y parientes, tengan que instruirse para que me conozcan, porque todos, desde el más grande hasta el más pequeño, me conocerán. Yo les perdonaré su maldad y no me acordaré más de sus pecados. Yo, el Señor, lo afirmo.» El Señor, que puso el sol para alumbrar de día y la luna y las estrellas para alumbrar de noche, que hace que el mar se agite y rujan sus olas, que tiene por nombre el Señor todopoderoso, dice: «Si un día llegaran a fallar estas leyes que he establecido, ese día Israel dejaría de ser mi pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo. Si un día se llegara a medir el cielo y a explorar la tierra hasta sus cimientos, ese día yo rechazaría a Israel por todo lo que ha hecho. Yo, el Señor, lo afirmo.» El Señor afirma: «Vendrá un día en que mi ciudad será reconstruida, desde la torre de Hananel hasta la Puerta del Ángulo. Los límites irán, en línea recta, desde allí hasta la colina de Gareb, y luego torcerán hacia Goá. Todo el valle donde se entierra a los muertos y se tira la ceniza, y todos los campos que están encima del arroyo Cedrón hasta el ángulo de la Puerta de los Caballos, al oriente, me estarán consagrados, y todo esto no volverá jamás a ser derribado ni destruido.»

Jeremías 31:10-40 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)

Oíd palabra de Jehová, oh naciones, y hacedlo saber en las costas que están lejos, y decid: El que esparció a Israel lo reunirá y guardará, como el pastor a su rebaño. Porque Jehová redimió a Jacob, lo redimió de mano del más fuerte que él. Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien de Jehová, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor. Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor. Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová. Así ha dicho Jehová: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Raquel que lamenta por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron. Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice Jehová, y los hijos volverán a su propia tierra. Escuchando, he oído a Efraín que se lamentaba: Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová mi Dios. Porque después que me aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi falta, herí mi muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud. ¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿no es niño en quien me deleito? pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová. Establécete señales, ponte majanos altos, nota atentamente la calzada; vuélvete por el camino por donde fuiste, virgen de Israel, vuelve a estas tus ciudades. ¿Hasta cuándo andarás errante, oh hija contumaz? Porque Jehová creará una cosa nueva sobre la tierra: la mujer rodeará al varón. Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aún dirán esta palabra en la tierra de Judá y en sus ciudades, cuando yo haga volver sus cautivos: Jehová te bendiga, oh morada de justicia, oh monte santo. Y habitará allí Judá, y también en todas sus ciudades labradores, y los que van con rebaño. Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida. En esto me desperté, y vi, y mi sueño me fue agradable. He aquí vienen días, dice Jehová, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal. Y así como tuve cuidado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y perder y afligir, tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice Jehová. En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera, sino que cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera. He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado. Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre: Si faltaren estas leyes delante de mí, dice Jehová, también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente. Así ha dicho Jehová: Si los cielos arriba se pueden medir, y explorarse abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehová. He aquí que vienen días, dice Jehová, en que la ciudad será edificada a Jehová, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Ángulo. Y saldrá más allá el cordel de la medida delante de él sobre el collado de Gareb, y rodeará a Goa. Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los caballos al oriente, será santo a Jehová; no será arrancada ni destruida más para siempre.

Jeremías 31:10-40 La Biblia de las Américas (LBLA)

¶Oíd, naciones, la palabra del SEÑOR, anunciad en las costas lejanas, y decid: El que dispersó a Israel lo reunirá, y lo guardará como un pastor a su rebaño. Porque el SEÑOR ha rescatado a Jacob, y lo ha redimido de manos más fuertes que él. Vendrán y gritarán de júbilo en lo alto de Sión, y radiarán de gozo por la bondad del SEÑOR: por el grano, por el vino y por el aceite, y por las crías de las ovejas y de las vacas. Su alma será como huerto regado, y nunca más languidecerán. Entonces la virgen se alegrará en la danza, y los jóvenes y los ancianos a una; cambiaré su duelo en gozo, los consolaré y los alegraré de su tristeza. Y llenaré con abundancia el alma de los sacerdotes, y mi pueblo se saciará de mi bondad —declara el SEÑOR. Así dice el SEÑOR: Se oye una voz en Ramá, lamento y llanto amargo. Raquel llora por sus hijos; rehúsa ser consolada, por sus hijos que ya no existen. Así dice el SEÑOR: Reprime tu voz del llanto, y tus ojos de las lágrimas; hay pago para tu trabajo —declara el SEÑOR—, pues volverán de la tierra del enemigo. Y hay esperanza para tu porvenir —declara el SEÑOR—, los hijos volverán a su territorio. Ciertamente he oído a Efraín lamentarse: «Me has castigado, y castigado fui como becerro indómito. Hazme volver para que sea restaurado, pues tú, SEÑOR, eres mi Dios. -»Porque después que me aparté, me arrepentí, y después que comprendí, me di golpes en el muslo; me avergoncé y también me humillé, porque llevaba el oprobio de mi juventud». ¿No es Efraín mi hijo amado? ¿No es un niño encantador? Pues siempre que hablo contra él, lo recuerdo aún más; por eso mis entrañas se conmueven por él, ciertamente tendré de él misericordia —declara el SEÑOR. ¶Levanta para ti señales, coloca para ti majanos; presta atención a la calzada, al camino que anduviste. Vuelve, virgen de Israel, vuelve a estas tus ciudades. ¿Hasta cuándo andarás errante, hija infiel? Porque el SEÑOR ha creado algo nuevo en la tierra: la mujer rodeará al hombre. Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: Otra vez hablarán esta palabra en la tierra de Judá y en sus ciudades, cuando yo restaure su bienestar: «El SEÑOR te bendiga, morada de justicia, monte santo». Y morarán juntamente en ella Judá y todas sus ciudades, los labradores y los que van con los rebaños. Porque yo he de satisfacer al alma cansada y he de saciar a toda alma atribulada. En esto me desperté y miré, y mi sueño me resultó agradable. He aquí, vienen días —declara el SEÑOR— en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal. Y como velé sobre ellos para arrancar y para derribar, para derrocar, para destruir y para traer calamidad, así velaré sobre ellos para edificar y para plantar —declara el SEÑOR. En aquellos días no dirán más: «Los padres comieron uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen dentera», sino que cada cual por su propia iniquidad morirá; los dientes de todo hombre que coma uvas agrias tendrán dentera. He aquí, vienen días —declara el SEÑOR— en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos —declara el SEÑOR; porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días —declara el SEÑOR—. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: «Conoce al SEÑOR», porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande —declara el SEÑOR— pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado. Así dice el SEÑOR, el que da el sol para luz del día, y las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, el que agita el mar para que bramen sus olas; el SEÑOR de los ejércitos es su nombre: Si se apartan estas leyes de mi presencia —declara el SEÑOR— también la descendencia de Israel dejará de ser nación en mi presencia para siempre. Así dice el SEÑOR: Si los cielos arriba pueden medirse, y explorarse abajo los cimientos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron —declara el SEÑOR. He aquí, vienen días —declara el SEÑOR— en que la ciudad será reedificada para el SEÑOR, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Angulo. Y el cordel de medir saldrá más allá, directamente hasta la colina de Gareb, y girará hasta Goa. Y todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y todos los campos hasta el arroyo Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los Caballos hacia el oriente, serán santos al SEÑOR. La ciudad no será arrancada ni derribada nunca jamás.

Jeremías 31:10-40 Nueva Traducción Viviente (NTV)

»Ustedes, naciones del mundo, escuchen este mensaje del SEÑOR; proclámenlo en las costas lejanas: El SEÑOR, quien dispersó a su pueblo, lo reunirá y lo cuidará como hace un pastor con su rebaño. Pues el SEÑOR ha rescatado a Israel de manos más fuertes. Vendrán a su tierra y entonarán canciones de alegría en las alturas de Jerusalén. Estarán radiantes debido a los buenos regalos del SEÑOR: abundancia de grano, vino nuevo y aceite de oliva, y los rebaños y las manadas saludables. Su vida será como un jardín bien regado, y desaparecerán todas sus tristezas. Las jóvenes danzarán de alegría, y los hombres —jóvenes y viejos— se unirán a la celebración. Convertiré su duelo en alegría. Los consolaré y cambiaré su aflicción en regocijo. Los sacerdotes disfrutarán de la abundancia, y mi pueblo se saciará de mis buenos regalos. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado!». Esto dice el SEÑOR: «En Ramá se oye una voz: profunda angustia y llanto amargo. Raquel llora por sus hijos; se niega a que la consuelen, porque sus hijos se han ido». Pero ahora esto dice el SEÑOR: «No llores más, porque te recompensaré —dice el SEÑOR—. Tus hijos volverán a ti desde la tierra lejana del enemigo. Hay esperanza para tu futuro —dice el SEÑOR—. Tus hijos volverán a su propia tierra. Oí a Israel decir: “Me disciplinaste severamente, como a un becerro que necesita ser entrenado para el yugo. Hazme volver a ti y restáurame, porque solo tú eres el SEÑOR mi Dios. Me aparté de Dios, pero después tuve remordimiento. ¡Me di golpes por haber sido tan estúpido! Estaba profundamente avergonzado por todo lo que hice en los días de mi juventud”. »¿No es aún Israel mi hijo, mi hijo querido? —dice el SEÑOR—. A menudo tengo que castigarlo, pero aun así lo amo. Por eso mi corazón lo anhela y ciertamente le tendré misericordia. Pon señales en el camino; coloca postes indicadores. Marca bien el camino por el que viniste. Regresa otra vez, mi virgen Israel; regresa aquí a tus ciudades. ¿Hasta cuándo vagarás, mi hija descarriada? Pues el SEÑOR hará que algo nuevo suceda: Israel abrazará a su Dios». Esto dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: «Cuando los traiga de regreso del cautiverio, el pueblo de Judá y sus ciudades volverán a decir: “¡El SEÑOR te bendiga, oh casa de rectitud, oh monte santo!”. Tanto la gente de la ciudad como los agricultores y los pastores vivirán juntos en paz y felicidad. Pues le he dado descanso al fatigado y al afligido, alegría». Al oír esto, me desperté y miré a mi alrededor. Mi sueño había sido muy dulce. «Se acerca el día —dice el SEÑOR—, cuando aumentaré en gran manera la población humana y el número de los animales en Israel y Judá. En el pasado con determinación desarraigué y derribé a esta nación. La derroqué, la destruí y sobre ella traje el desastre; pero en el futuro con la misma determinación la plantaré y la edificaré. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado! »El pueblo ya no citará este proverbio: “Los padres comieron uvas agrias, pero la boca de sus hijos se frunce por el sabor”. Cada persona morirá por sus propios pecados, los que coman las uvas agrias serán los que tengan la boca fruncida. »Se acerca el día —dice el SEÑOR—, en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y de Judá. Este pacto no será como el que hice con sus antepasados cuando los tomé de la mano y los saqué de la tierra de Egipto. Ellos rompieron ese pacto, a pesar de que los amé como un hombre ama a su esposa», dice el SEÑOR. «Pero este es el nuevo pacto que haré con el pueblo de Israel después de esos días —dice el SEÑOR—. Pondré mis instrucciones en lo más profundo de ellos y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no habrá necesidad de enseñar a sus vecinos ni habrá necesidad de enseñar a sus parientes diciendo: “Deberías conocer al SEÑOR”. Pues todos ya me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande —dice el SEÑOR—. Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados». Es el SEÑOR quien provee el sol para alumbrar el día y la luna y las estrellas para alumbrar la noche, y agita el mar y hace olas rugientes. Su nombre es el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, y esto es lo que dice: «¡Igual de improbable es que anule las leyes de la naturaleza como que rechace a mi pueblo Israel!». Esto dice el SEÑOR: «Así como no se pueden medir los cielos ni explorar los fundamentos de la tierra, así tampoco consideraré echarlos fuera por las maldades que han hecho. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado! »Se acerca el día —dice el SEÑOR—, cuando toda Jerusalén será reconstruida para mí, desde la torre de Hananeel hasta la puerta de la Esquina. Se extenderá una cuerda de medir sobre la colina de Gareb hasta Goa y el área entera —incluidos el cementerio y el basurero de cenizas en el valle, y todos los campos en el oriente hasta el valle de Cedrón y hasta la puerta de los Caballos— será santa al SEÑOR. Nunca más la ciudad será conquistada ni destruida».