Habacuc 3:3-7
Habacuc 3:3-7 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Dios vendrá de Temán, Y el Santo desde el monte de Parán. Selah Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza. Y el resplandor fue como la luz; Rayos brillantes salían de su mano, Y allí estaba escondido su poder. Delante de su rostro iba mortandad, Y a sus pies salían carbones encendidos. Se levantó, y midió la tierra; Miró, e hizo temblar las gentes; Los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron. Sus caminos son eternos. He visto las tiendas de Cusán en aflicción; Las tiendas de la tierra de Madián temblaron.
Habacuc 3:3-7 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Dios viene desde Temán; el Santo, desde el monte de Parán. Selah Su gloria cubre el cielo y su alabanza llena la tierra. Su resplandor es como el sol; rayos brotan de sus manos; su poder se esconde en sus manos. Una plaga mortal lo precede y una epidemia sigue sus pasos. Se detiene y la tierra se estremece; lanza una mirada y las naciones tiemblan. Se desmoronan las antiguas montañas y se desploman las viejas colinas, pero sus caminos son eternos. He visto afligidos los campamentos de Cusán, y angustiadas las moradas de Madián.
Habacuc 3:3-7 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
Tú eres nuestro santo Dios; vienes de la región de Temán, vienes del monte Parán. Tu grandeza ilumina los cielos; la tierra entera te alaba. Un gran resplandor te rodea; de tus manos brotan rayos de luz y dejan ver tu poder escondido. Plagas terribles anuncian tu llegada; vas dejando en el camino graves enfermedades. Cuando tú te detienes, la tierra se pone a temblar; cuando miras a las naciones, todas ellas se llenan de miedo; los cerros se desmoronan, las antiguas montañas se derrumban; ¡hasta he visto temblar de miedo a la gente de Cusán y de Madián, porque tú has vuelto a actuar!
Habacuc 3:3-7 Reina Valera Contemporánea (RVC)
¡Dios viene de Temán! ¡El Santo viene del monte de Parán! ¡Su gloria cubre los cielos! ¡La tierra se llena con su alabanza! ¡Su resplandor es como la luz! ¡Brillantes rayos salen de su mano! ¡Allí está escondido su poder! Avanza precedido de gran mortandad, y cierra su marcha ardiente fuego. Si se detiene, la tierra se estremece; si lanza una mirada, tiemblan las naciones, las montañas eternas se desmoronan, y las colinas perennes se hunden. ¡Sus caminos son eternos! He visto aflicción en las tiendas de Cusán, y angustia en las tiendas de Madián.
Habacuc 3:3-7 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
Dios viene de la región de Temán; del monte Parán viene el Dios Santo. Su gloria se extiende por todo el cielo, y el mundo entero se llena de su alabanza. Viene envuelto en brillante resplandor, y de sus manos brotan rayos de luz que muestran el poder que en él se esconde. Delante de él llegan plagas terribles, y detrás la fiebre abrasadora. La tierra tiembla cuando él se detiene; se estremecen las naciones cuando las mira; las viejas montañas se derrumban y se deshacen los montes antiguos; pero los caminos de Dios son eternos. Yo he visto a la gente de Cusán hundida en la desgracia, a los habitantes de Madián encogidos por el miedo.
Habacuc 3:3-7 La Biblia de las Américas (LBLA)
¶Dios viene de Temán, y el Santo, del monte Parán. (Selah ) Su esplendor cubre los cielos, y de su alabanza está llena la tierra. Su resplandor es como la luz; tiene rayos que salen de su mano, y allí se oculta su poder. Delante de Él va la pestilencia, y la plaga sigue sus pasos. Se detuvo, e hizo temblar la tierra, miró e hizo estremecerse a las naciones. Sí, se desmoronaron los montes perpetuos, se hundieron las colinas antiguas. Sus caminos son eternos. Bajo aflicción vi las tiendas de Cusán, temblaban las tiendas de la tierra de Madián.
Habacuc 3:3-7 Nueva Traducción Viviente (NTV)
»¡Veo a Dios cruzando el desierto de Edom; el Santo viene desde el monte Parán! Su brillante esplendor llena los cielos, y la tierra se llena de su alabanza. Su llegada es tan radiante como la salida del sol. Rayos de luz salen de sus manos, donde se esconde su imponente poder. La pestilencia marcha delante de él; la plaga lo sigue de cerca. Cuando él se detiene, la tierra se estremece. Cuando mira, las naciones tiemblan. Él derrumba las montañas perpetuas y arrasa las antiguas colinas. ¡Él es el Eterno! Veo al pueblo de Cusán en angustia y a la nación de Madián temblando de terror.