Confieso, pues, mi iniquidad; afligido estoy a causa de mi pecado. Pero mis enemigos son vigorosos y fuertes; muchos son los que sin causa me aborrecen. Y los que pagan mal por bien se me oponen, porque yo sigo lo bueno. No me abandones, oh SEÑOR; Dios mío, no estés lejos de mí. Apresúrate a socorrerme, oh Señor, salvación mía.
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