¶Porque del deseo de su corazón se jacta el impío, y el codicioso maldice y desprecia al SEÑOR. El impío, en la altivez de su rostro, no busca a Dios. Todo su pensamiento es: No hay Dios. ¶Sus caminos prosperan en todo tiempo; tus juicios, oh Dios, están en lo alto, lejos de su vista; a todos sus adversarios los desprecia. Dice en su corazón: No hay quien me mueva; por todas las generaciones no sufriré adversidad.
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