Dad bebida fuerte al que está pereciendo,
y vino a los amargados de alma.
Que beba y se olvide de su pobreza,
y no recuerde más su aflicción.
Abre tu boca por los mudos,
por los derechos de todos los desdichados.
Abre tu boca, juzga con justicia,
y defiende los derechos del afligido y del necesitado.
¶Mujer hacendosa, ¿quién la hallará?
Su valor supera en mucho al de las joyas.
En ella confía el corazón de su marido,
y no carecerá de ganancias.
Ella le trae bien y no mal
todos los días de su vida.
Busca lana y lino,
y con agrado trabaja con sus manos.
Es como las naves de mercader,
trae su alimento de lejos.
También se levanta cuando aún es de noche,
y da alimento a los de su casa,
y tarea a sus doncellas.
Evalúa un campo y lo compra;
con sus ganancias planta una viña.
Ella se ciñe de fuerza,
y fortalece sus brazos.
Nota que su ganancia es buena,
no se apaga de noche su lámpara.
Extiende sus manos a la rueca,
y sus manos toman el huso.
Extiende su mano al pobre,
y alarga sus manos al necesitado.
No tiene temor de la nieve por los de su casa,
porque todos los de su casa llevan ropa escarlata.
Se hace mantos para sí;
su ropa es de lino fino y de púrpura.
Su marido es conocido en las puertas,
cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
Hace telas de lino y las vende,
y provee cinturones a los mercaderes.
Fuerza y dignidad son su vestidura,
y sonríe al futuro.
Abre su boca con sabiduría,
y hay enseñanza de bondad en su lengua.
Ella vigila la marcha de su casa,
y no come el pan de la ociosidad.
Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada,
también su marido, y la alaba diciendo:
Muchas mujeres han obrado con nobleza,
pero tú las superas a todas.
Engañosa es la gracia y vana la belleza,
pero la mujer que teme al SEÑOR, esa será alabada.