Balac le dijo entonces: Te ruego que vengas conmigo a otro sitio desde donde podrás verlos, aunque solo verás el extremo de ellos, y no los verás a todos; y desde allí maldícemelos. Lo llevó al campo de Zofim, sobre la cumbre del Pisga, y edificó siete altares y ofreció un novillo y un carnero en cada altar. Y él dijo a Balac: Ponte aquí junto a tu holocausto, mientras voy allá a encontrarme con el SEÑOR. El SEÑOR salió al encuentro de Balaam y puso palabra en su boca y le dijo: Vuelve a Balac y así hablarás. Y él volvió a Balac, y he aquí, estaba de pie junto a su holocausto, y los jefes de Moab con él. Y Balac le dijo: ¿Qué ha dicho el SEÑOR? Y comenzó su profecía, y dijo:
Levántate, Balac, y escucha;
dame oídos, hijo de Zipor.
Dios no es hombre, para que mienta,
ni hijo de hombre, para que se arrepienta.
¿Lo ha dicho Él, y no lo hará?,
¿ha hablado, y no lo cumplirá?
Mira, he recibido orden de bendecir;
si Él ha bendecido, yo no lo puedo anular.
Él no ha observado iniquidad en Jacob,
ni ha visto malicia en Israel;
está en él el SEÑOR su Dios,
y el júbilo de un rey está en él.
Dios lo saca de Egipto;
es para él como los cuernos del búfalo.
Porque no hay agüero contra Jacob,
ni hay adivinación contra Israel.
A su tiempo se le dirá a Jacob
y a Israel: ¡Ved lo que ha hecho Dios!
He aquí, un pueblo se levanta como leona,
y se yergue como león;
no se echará hasta que devore la presa
y beba la sangre de los que ha matado.
Entonces Balac dijo a Balaam: ¡De ninguna manera los maldigas ni los bendigas! Pero Balaam respondió y dijo a Balac: ¿No te dije que todo lo que el SEÑOR habla, eso debo hacer?
Y Balac dijo a Balaam: Ven, te ruego, te llevaré a otro lugar; quizá le plazca a Dios que me los maldigas desde allí. Entonces Balac llevó a Balaam a la cumbre del Peor, que da hacia el desierto. Y Balaam dijo a Balac: Constrúyeme aquí siete altares y prepárame aquí siete novillos y siete carneros. Balac hizo tal como Balaam le había dicho y ofreció un novillo y un carnero en cada altar.