Sabio de corazón y robusto de fuerzas,
¿quién le ha desafiado sin sufrir daño?
Él es el que remueve los montes, y estos no saben cómo
cuando los vuelca en su furor;
el que sacude la tierra de su lugar,
y sus columnas tiemblan;
el que manda al sol que no brille,
y pone sello a las estrellas;
el que solo extiende los cielos,
y holla las olas del mar;
el que hace la Osa, el Orión y las Pléyades,
y las cámaras del sur;
el que hace grandes cosas, inescrutables,
y maravillas sin número.
Si Él pasara junto a mí, no le vería;
si me pasara adelante, no le percibiría.
Si Él arrebatara algo, ¿quién le estorbaría?
Quién podrá decirle: «¿Qué haces?».
¶Dios no retirará su ira;
bajo Él quedan humillados los que ayudan a Rahab.
¿Cómo puedo yo responderle,
y escoger mis palabras delante de Él?
Porque aunque yo tuviera razón, no podría responder;
tendría que implorar la misericordia de mi juez.
Si yo llamara y Él me respondiera,
no podría creer que escuchara mi voz.
Porque Él me quebranta con tempestad,
y sin causa multiplica mis heridas.
No me permite cobrar aliento,
sino que me llena de amarguras.
Si es cuestión de poder, he aquí, Él es poderoso;
y si es cuestión de justicia, ¿quién le citará?
Aunque soy justo, mi boca me condenará;
aunque soy inocente, Él me declarará culpable.
Inocente soy,
no hago caso de mí mismo,
desprecio mi vida.
Todo es lo mismo, por tanto digo:
«El destruye al inocente y al malvado».
Si el azote mata de repente,
Él se burla de la desesperación del inocente.
La tierra es entregada en manos de los impíos;
Él cubre el rostro de sus jueces;
si no es Él, ¿quién será?
¶Mis días son más ligeros que un corredor;
huyen, no ven el bien.
Se deslizan como barcos de juncos,
como águila que se arroja sobre su presa.
Aunque yo diga: «Olvidaré mi queja,
cambiaré mi triste semblante y me alegraré»,
temeroso estoy de todos mis dolores,
sé que tú no me absolverás.
Si soy impío,
¿para qué, pues, esforzarme en vano?
Si me lavara con nieve
y limpiara mis manos con lejía,
aun así me hundirías en la fosa,
y mis propios vestidos me aborrecerían.
Porque Él no es hombre como yo, para que le responda,
para que juntos vengamos a juicio.