¶Entonces el SEÑOR respondió a Job desde la tormenta y dijo: Ciñe ahora tus lomos como un hombre; yo te preguntaré, y tú me instruirás. ¿Anularás realmente mi juicio? ¿Me condenarás para justificarte tú? ¿Acaso tienes tú un brazo como el de Dios, y truenas con una voz como la suya? ¶Adórnate ahora de majestad y dignidad, y vístete de gloria y de esplendor. Derrama los torrentes de tu ira, mira a todo soberbio y abátelo, mira a todo soberbio y humíllalo, y pisotea a los impíos donde están. Escóndelos juntos en el polvo; átalos en el lugar oculto. Entonces yo también te confesaré que tu mano derecha te puede salvar. ¶He aquí ahora, Behemot, al cual hice como a ti, que come hierba como el buey. He aquí ahora, su fuerza está en sus lomos, y su vigor en los músculos de su vientre. Mueve su cola como un cedro; entretejidos están los tendones de sus muslos. Sus huesos son tubos de bronce; sus miembros como barras de hierro. ¶Es la primera de las obras de Dios; que solo su hacedor le acerque su espada. Ciertamente alimento le traen los montes, y todas las bestias del campo retozan allí. Bajo los lotos se echa, en lo oculto de las cañas y del pantano. Lo cubren los lotos con su sombra; los sauces del arroyo lo rodean. Si el río ruge, él no se alarma; tranquilo está, aunque el Jordán se lance contra su boca. ¿Lo capturará alguien cuando está vigilando? ¿Perforará alguien su nariz con garfios?
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