¶¿O quién encerró con puertas el mar,
cuando, irrumpiendo, se salió de su seno;
cuando hice de una nube su vestidura,
y de espesa oscuridad sus pañales;
cuando sobre él establecí límites,
puse puertas y cerrojos,
y dije: «Hasta aquí llegarás, pero no más allá;
aquí se detendrá el orgullo de tus olas»?
¶¿Alguna vez en tu vida has mandado a la mañana,
y hecho conocer al alba su lugar,
para que ella eche mano a los confines de la tierra,
y de ella sean sacudidos los impíos?
Ella cambia como barro bajo el sello;
y como con vestidura se presenta.
Mas se quita la luz a los impíos,
y se quiebra el brazo levantado.
¶¿Has entrado hasta las fuentes del mar,
o andado en las profundidades del abismo?
¿Te han sido reveladas las puertas de la muerte,
o has visto las puertas de la densa oscuridad?
¿Has comprendido la extensión de la tierra?
Dímelo, si tú sabes todo esto.
¶¿Dónde está el camino a la morada de la luz?
Y la oscuridad, ¿dónde está su lugar,
para que la lleves a su territorio,
y para que disciernas los senderos de su casa?
¡Tú lo sabes, porque entonces ya habías nacido,
y grande es el número de tus días!
¿Has entrado en los depósitos de la nieve,
o has visto los depósitos del granizo,
que he reservado para el tiempo de angustia,
para el día de guerra y de batalla?
¿Dónde está el camino en que se divide la luz,
o el viento solano esparcido sobre la tierra?
¶¿Quién ha abierto un canal para el turbión,
o un camino para el rayo,
para traer lluvia sobre tierra despoblada,
sobre un desierto sin hombre alguno,
para saciar la tierra desierta y desolada,
y hacer brotar las semillas de la hierba?
¿Tiene padre la lluvia?
¿Quién ha engendrado las gotas de rocío?
¿Del vientre de quién ha salido el hielo?
Y la escarcha del cielo, ¿quién la ha dado a luz?
El agua se endurece como la piedra,
y aprisionada está la superficie del abismo.
¶¿Puedes tú atar las cadenas de las Pléyades,
o desatar las cuerdas de Orión?
¿Haces aparecer una constelación a su tiempo,
y conduces la Osa con sus hijos?
¿Conoces tú las ordenanzas de los cielos,
o fijas su dominio en la tierra?
¶¿Puedes levantar tu voz a las nubes,
para que abundancia de agua te cubra?
¿Envías los relámpagos para que vayan
y te digan: «Aquí estamos»?
¿Quién ha puesto sabiduría en lo más íntimo del ser,
o ha dado a la mente inteligencia?
¿Quién puede contar las nubes con sabiduría,
o inclinar los odres de los cielos,
cuando el polvo en masa se endurece,
y los terrones se pegan entre sí?
¶¿Puedes cazar la presa para la leona,
o saciar el apetito de los leoncillos,
cuando se agachan en sus madrigueras,
o están al acecho en sus guaridas?
¿Quién prepara para el cuervo su alimento,
cuando sus crías claman a Dios,
y vagan sin comida?