Entonces los habitantes de Jerusalén hicieron rey en su lugar a Ocozías, su hijo menor, porque la banda de hombres que vinieron con los árabes al campamento había matado a todos los hijos mayores. Por lo cual Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, comenzó a reinar. Ocozías tenía veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre era Atalía, nieta de Omri. Él también anduvo en los caminos de la casa de Acab, porque su madre fue su consejera para que hiciera lo malo. E hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, como había hecho la casa de Acab, porque después de la muerte de su padre ellos fueron sus consejeros para perdición suya. Anduvo también conforme al consejo de ellos, y fue con Joram, hijo de Acab, rey de Israel, a hacer guerra contra Hazael, rey de Aram, en Ramot de Galaad. Los arameos hirieron a Joram, y este volvió a Jezreel para ser curado de las heridas que le habían hecho en Ramot, cuando peleó contra Hazael, rey de Aram. Entonces Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, descendió a visitar a Joram, hijo de Acab, en Jezreel, porque estaba enfermo.
La destrucción de Ocozías vino de Dios, por ir a visitar a Joram. Pues cuando llegó, salió con Joram contra Jehú, hijo de Nimsi, a quien el SEÑOR había ungido para exterminar la casa de Acab. Y sucedió que cuando Jehú estaba ejecutando justicia contra la casa de Acab, encontró a los príncipes de Judá y a los hijos de los hermanos de Ocozías sirviendo a Ocozías, y los mató. También buscó a Ocozías, y lo prendieron cuando estaba escondido en Samaria; lo llevaron a Jehú y lo mataron, pero le dieron sepultura, pues decían: Es hijo de Josafat, que buscó al SEÑOR con todo su corazón. Y no quedó nadie de la casa de Ocozías para retener el poder del reino.