Odio a la gente hipócrita, pero amo tu enseñanza. Tú eres quien me ampara y me protege; en tu palabra he puesto mi esperanza. ¡Aléjense de mí, malvados, que quiero cumplir los mandatos de mi Dios! Dame fuerzas, conforme a tu promesa, y viviré; ¡no defraudes mi esperanza! Ayúdame, y estaré a salvo; así cumpliré siempre tus leyes. Tú desprecias a los que se apartan de tus leyes, porque sus pensamientos no tienen sentido. Los malvados de la tierra son para ti como basura; por eso yo amo tus mandatos. Mi cuerpo tiembla de temor delante de ti; ¡siento reverencia por tus decretos!
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