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Isaías 30:8-18

Isaías 30:8-18 DHH94I

Ven ahora y escríbelo en una tabla, ponlo en una inscripción que quede ahí para el futuro, como testimonio eterno. Esta gente es un pueblo rebelde, infiel, que no quiere escuchar las enseñanzas del Señor. A los videntes dicen: «No tengan visiones», y a los profetas: «No nos cuenten revelaciones verdaderas; háblennos palabras suaves; no nos quiten nuestras ilusiones. Apártense del camino, desvíense del sendero recto, no nos pongan delante al Dios Santo de Israel.» Por eso, el Dios Santo de Israel dice: «Ustedes rechazan esta advertencia, y confían en la violencia y la maldad, y se apoyan en ellas; por eso, ustedes son culpables. Parecen un alto muro agrietado que cuando menos se piensa se derrumba; serán destruidos como un jarrón de barro, que se quiebra tan completamente que no queda entre los pedazos rotos ni uno que sirva para recoger las brasas del fogón o para sacar agua de un pozo.» El Señor, el Dios Santo de Israel, dice: «Vuelvan, quédense tranquilos y estarán a salvo. En la tranquilidad y la confianza estará su fuerza.» Pero ustedes no quisieron, sino que dijeron: «No, mejor huiremos a caballo.» Bueno, así tendrán que huir. También dijeron: «Montaremos en carros veloces.» Bueno, veloces serán los que los persigan. Mil huirán amenazados por un solo hombre, y todos ustedes huirán amenazados por cinco, hasta que queden tan pocos como queda un palo en la cumbre de un monte o una señal levantada sobre una colina. Pero el Señor los espera, para tener compasión de ustedes; él está ansioso por mostrarles su amor, porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que esperan en él!

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