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Éxodo 33:1-17

Éxodo 33:1-17 DHH94I

El Señor le dijo a Moisés: —Anda, vete de aquí con el pueblo que sacaste de Egipto. Vayan a la tierra que prometí a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. Yo enviaré mi ángel para que te guíe, y echaré fuera del país a los cananeos, amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos. Vayan a la tierra donde la leche y la miel corren como el agua. Pero yo no iré entre ustedes, no vaya a ser que los destruya en el camino, pues ustedes son gente muy terca. El pueblo se entristeció al escuchar estas duras palabras, y nadie se puso sus joyas, pues el Señor le había dicho a Moisés: —Diles a los israelitas: “Ustedes son gente muy terca. ¡Si yo estuviera entre ustedes aun por un momento, terminaría por destruirlos! Quítense ahora mismo sus joyas, y ya veré entonces qué hacer con ustedes.” Y así, a partir del monte Horeb, los israelitas dejaron de usar sus joyas. Moisés tomó la tienda de campaña y la puso a cierta distancia fuera del campamento, y la llamó tienda del encuentro con Dios. Cuando alguien quería consultar al Señor, iba a la tienda, la cual estaba fuera del campamento. Y cuando Moisés iba a la tienda, toda la gente se levantaba y permanecía de pie a la entrada de su propia tienda de campaña, siguiendo a Moisés con la mirada hasta que este entraba en la tienda. En cuanto Moisés entraba en ella, la columna de nube bajaba y se detenía a la entrada de la tienda, mientras el Señor hablaba a Moisés. Y cuando la gente veía que la columna de nube se detenía a la entrada de la tienda, cada uno se arrodillaba a la entrada de su propia tienda en actitud de adoración. Dios hablaba con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo, y después Moisés regresaba al campamento. Pero su ayudante, el joven Josué, hijo de Nun, nunca se apartaba del interior de la tienda. Moisés le dijo al Señor: —Mira, tú me pides que yo dirija a este pueblo, pero no me dices a quién vas a enviar conmigo. También dices que tienes mucha confianza en mí y que me he ganado tu favor. Pues si esto es cierto, hazme saber tus planes, para que yo pueda tener confianza en ti y pueda seguir contando con tu favor. Ten en cuenta que este pueblo es tu pueblo. —Yo mismo te acompañaré y te haré descansar —dijo el Señor. Pero Moisés le respondió: —Si tú mismo no vas a acompañarnos, no nos hagas salir de aquí. Porque si tú no nos acompañas, ¿de qué otra manera podrá saberse que tu pueblo y yo contamos con tu favor? Solo así tu pueblo y yo podremos distinguirnos de todos los otros pueblos de la tierra. —Esto que has dicho también lo voy a hacer, porque tengo confianza en ti y te has ganado mi favor —le afirmó el Señor.