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Éxodo 33:1-17

Éxodo 33:1-17 NVI

El SEÑOR dijo a Moisés: «Anda, vete de este lugar junto con el pueblo que sacaste de Egipto y dirígete a la tierra que bajo juramento prometí a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. Enviaré un ángel delante de ti y desalojaré a cananeos, amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos. Ve a la tierra donde abundan la leche y la miel. Yo no los acompañaré, porque ustedes son un pueblo terco, y podría yo destruirlos en el camino». Cuando los israelitas oyeron estas palabras tan demoledoras, se vistieron de luto y nadie volvió a ponerse sus adornos, pues el SEÑOR había dicho a Moisés: «Di a los israelitas que son un pueblo terco. Si aun por un momento tuviera que acompañarlos, podría destruirlos. Diles que se quiten esas joyas, que ya decidiré qué hacer con ellos». Por eso, a partir del monte Horeb los israelitas no volvieron a ponerse joyas. Moisés tomó una tienda de campaña y la armó a cierta distancia fuera del campamento. La llamó la «Tienda de reunión». Cuando alguien quería consultar al SEÑOR, tenía que salir del campamento e ir a la Tienda. Siempre que Moisés se dirigía a ella, todo el pueblo se quedaba de pie a la entrada de su tienda y seguía a Moisés con la mirada, hasta que este entraba en la Tienda de reunión. En cuanto Moisés entraba en ella, la columna de nube descendía y se detenía en la entrada, mientras el SEÑOR hablaba con Moisés. Cuando los israelitas veían que la columna de nube se detenía a la entrada de la Tienda de reunión, todos ellos se postraban a la entrada de su tienda de campaña y adoraban. Y hablaba el SEÑOR con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo. Después de eso, Moisés regresaba al campamento; pero Josué, hijo de Nun, su joven asistente, nunca se apartaba de la Tienda de reunión. SEÑOR Moisés dijo al SEÑOR: —Tú insistes en que yo debo guiar a este pueblo, pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. También me has dicho que te conozco por nombre y que cuento con tu favor. Pues si realmente es así, dime cuáles son tus caminos. Así sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu pueblo. —Yo mismo iré contigo y te daré descanso —respondió el SEÑOR. —O vas con todos nosotros —respondió Moisés—, o mejor no nos hagas salir de aquí. Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? ¿En qué seríamos diferentes de los demás pueblos de la tierra? —Está bien, haré lo que me pides —dijo el SEÑOR a Moisés—, pues cuentas con mi favor y te conozco por nombre.

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