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1 Reyes 22:1-53

1 Reyes 22:1-53 DHH94I

Pasaron tres años sin que hubiera guerra entre sirios e israelitas. Pero al tercer año, Josafat, rey de Judá, fue a visitar al rey de Israel. Y el rey de Israel dijo a sus funcionarios: —Ya saben ustedes que Ramot de Galaad nos pertenece. Entonces, ¿por qué no hacemos algo para rescatarla del dominio del rey sirio? A Josafat le preguntó: —¿Quieres acompañarme a atacar a Ramot de Galaad? Josafat le respondió: —Yo, lo mismo que mi ejército y mi caballería, estamos contigo y con tu gente. Pero antes consulta la voluntad del Señor. El rey de Israel reunió a los profetas, que eran cerca de cuatrocientos, y les preguntó: —¿Debo atacar a Ramot de Galaad, o no? Y ellos respondieron: —Atácala, porque el Señor te la va a entregar. Pero Josafat preguntó: —¿No hay por aquí algún otro profeta del Señor a quien también podamos consultar? El rey de Israel contestó a Josafat: —Hay uno más, por medio del cual podemos consultar al Señor. Es Micaías, hijo de Imlá. Pero lo aborrezco, porque nunca me anuncia cosas buenas, sino solamente cosas malas. Pero Josafat le dijo: —No digas eso. En seguida el rey de Israel llamó a un oficial, y le ordenó: —¡Pronto, que venga Micaías, hijo de Imlá! Tanto el rey de Israel como Josafat, el rey de Judá, tenían puesta su armadura y estaban sentados en sus tronos en la explanada a la entrada de Samaria, y todos los profetas caían en trance profético delante de ellos. Sedequías, hijo de Quenaaná, se había hecho unos cuernos de hierro, y gritaba: «¡Así ha dicho el Señor: “Con estos cuernos atacarás a los sirios hasta exterminarlos!”» Todos los profetas anunciaban lo mismo. Decían al rey: «Ataca a Ramot de Galaad y obtendrás la victoria, pues el Señor va a entregarte la ciudad.» El mensajero que había ido a llamar a Micaías, le dijo a este: —Todos los profetas, sin excepción, han dado una respuesta favorable al rey. Así pues, te ruego que hables como todos ellos y anuncies algo favorable. Micaías le contestó: —¡Juro por el Señor que solo diré lo que el Señor me ordene decir! Luego se presentó ante el rey, y el rey le preguntó: —Micaías, ¿debemos atacar a Ramot de Galaad o no? Y Micaías dijo: —Atácala, y obtendrás la victoria, pues el Señor te la va a entregar. Pero el rey le respondió: —¿Cuántas veces te he de decir que bajo juramento me declares solo la verdad en el nombre del Señor? Entonces Micaías dijo: «He visto a todos los israelitas desparramados por los montes, como ovejas sin pastor. Y el Señor ha dicho: “Estos no tienen dueño; que cada uno vuelva en paz a su casa.”» El rey de Israel dijo a Josafat: —¿No te he dicho que este hombre nunca me anuncia cosas buenas, sino solo cosas malas? Micaías añadió: —Por eso que has dicho, escucha la palabra del Señor: Vi al Señor sentado en su trono, y a todo el ejército del cielo que estaba de pie, junto a él, a su derecha y a su izquierda. Entonces el Señor preguntó quién iría a incitar a Ahab para que atacara a Ramot de Galaad y cayera allí. Unos decían una cosa y otros otra. Pero un espíritu se presentó delante del Señor y dijo que él lo haría. El Señor le preguntó cómo lo iba a hacer, y el espíritu respondió que iba a inspirar mentiras en todos los profetas del rey. Entonces el Señor le dijo que, en efecto, conseguiría engañarlo, y que fuera a hacerlo. Y ahora ya sabes que el Señor ha puesto un espíritu mentiroso en labios de todos estos profetas tuyos, y que ha determinado tu ruina. Entonces Sedequías, hijo de Quenaaná, acercándose a Micaías le dio una bofetada y dijo: —¿Por dónde se me fue el espíritu del Señor para hablarte a ti? Y Micaías le respondió: —Lo sabrás el día que andes escondiéndote de habitación en habitación. Entonces el rey de Israel ordenó: —¡Agarren a Micaías y llévenlo preso ante Amón, el gobernador de la ciudad, y ante Joás, mi hijo! Díganles que yo ordeno que lo metan en la cárcel y lo tengan a ración escasa de pan y agua, hasta que yo regrese sano y salvo. Todavía añadió Micaías: «Si tú vuelves sano y salvo, el Señor no ha hablado por medio de mí.» Así pues, el rey de Israel, y Josafat, el rey de Judá, avanzaron contra Ramot de Galaad. Y el rey de Israel dijo a Josafat: —Yo voy a entrar en la batalla disfrazado, y tú te pondrás mi ropa. Así el rey de Israel se disfrazó y entró en combate. Pero el rey de Siria había ordenado a los treinta y dos capitanes de sus carros de combate que no atacaran a nadie que no fuera el rey de Israel. Y cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, pensaron que él era el rey de Israel y lo rodearon para atacarlo. Entonces Josafat gritó pidiendo ayuda, y al ver ellos que no era el rey de Israel, dejaron de perseguirlo. Pero un soldado disparó su arco al azar, e hirió de muerte al rey de Israel por entre las juntas de la armadura. Entonces este le ordenó al conductor de su carro: —Da la vuelta y sácame del combate, porque estoy gravemente herido. La batalla fue dura aquel día, y al rey se le mantuvo en pie en su carro, haciendo frente a los sirios. Pero a la tarde murió, pues la sangre de su herida corría por la plataforma del carro. Cuando ya el sol se ponía, corrió la voz entre las filas del ejército: «¡Cada cual a su pueblo y a su tierra, porque el rey ha muerto!» Entonces el rey fue llevado a Samaria, y allí lo enterraron. Después lavaron el carro en el estanque de Samaria, donde se bañaban las prostitutas, y los perros lamieron la sangre de Ahab, conforme a lo que el Señor había anunciado. El resto de la historia de Ahab y de todo lo que hizo, y del palacio de marfil y las ciudades que construyó, está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. Murió Ahab, y después reinó en su lugar su hijo Ocozías. En el cuarto año del reinado de Ahab en Israel, Josafat, hijo de Asá, comenzó a reinar en Judá. Tenía entonces treinta y cinco años, y veinticinco años reinó en Jerusalén. Su madre se llamaba Azubá, y era hija de Silhí. Josafat se condujo en todo con rectitud, como Asá, su padre. Sus hechos fueron rectos a los ojos del Señor. 43b (44) Sin embargo, los santuarios paganos, donde el pueblo ofrecía sacrificios y quemaba incienso a los ídolos, no fueron quitados. 44 (45) Josafat hizo un tratado de paz con el rey de Israel. 45 (46) El resto de su historia y de sus hazañas, y de las guerras en que tomó parte, está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 46 (47) Josafat fue quien desterró del país a los que aún practicaban la prostitución como un culto, los que habían quedado desde el tiempo de Asá, su padre. 47 (48) (En Edom no había entonces rey, sino solo un intendente.) 48 (49) Josafat construyó también barcos como los de Tarsis, para traer oro de Ofir; pero no pudieron ir porque se hicieron pedazos en Esión-guéber. 49 (50) Entonces Ocozías, hijo de Ahab, dijo a Josafat que permitiera a sus marinos acompañar a los suyos en los barcos, pero Josafat no lo permitió. 50 (51) Josafat murió y fue enterrado en la Ciudad de David, su antepasado. Después reinó en su lugar su hijo Joram. 51 (52) En el año diecisiete del reinado de Josafat en Judá, Ocozías, hijo de Ahab, comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, y reinó durante dos años. 52 (53) Pero sus hechos fueron malos a los ojos del Señor, pues siguió el mal camino de su padre y de su madre, y de Jeroboam, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. 53 (54) Además rindió culto a Baal y lo adoró, como antes había hecho su padre, provocando así la ira del Señor, el Dios de Israel.