»Cuando llegue ese día, haré que todos los pueblos hablen un lenguaje limpio de toda maldad, para que juntos me adoren y puedan pronunciar mi nombre. Entonces la gente que me adora, y que ahora anda en otros países, vendrá a presentarme ofrendas desde el país de Etiopía. »Tú, Jerusalén, has sido muy rebelde; pero no volverás a quedar en vergüenza. Viene el día en que expulsaré de ti a los que se creen muy importantes. En ti no habrá lugar para los orgullosos. En tus calles solo habrá gente humilde y sencilla, que pondrá en mí su confianza. Los pocos israelitas que hayan quedado con vida no cometerán ninguna maldad; no mentirán ni engañarán a nadie, sino que vivirán en paz y sin ningún temor». Yo, Sofonías, les digo: ¡Canten de alegría, israelitas! ¡Alégrense, habitantes de Jerusalén! No tienen nada que temer, porque Dios, el rey de Israel, no volverá a castigarlos; ha expulsado a sus enemigos, y va a vivir en medio de ustedes. En ese día se dirá: «No tengas miedo, Jerusalén, ni pierdas el ánimo, pues tu Dios está contigo y con su poder te salvará. Aunque no necesita de palabras para demostrarte que te ama, con cantos de alegría te expresará la felicidad que le haces sentir, como en un día de fiesta». Dios promete poner fin a la desgracia que ahora sufren y a la vergüenza que ahora sienten. Este es su mensaje
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