Cuando los buenos hablan, lo hacen siempre con sabiduría, y siempre dicen lo que es justo. Siempre tienen presentes las enseñanzas de su Dios; por eso jamás tienen tropiezos. Los malvados espían a los buenos para matarlos cuando menos lo esperan, pero Dios no permite que caigan en sus manos; y si los llevan a juicio, no permite que los condenen. Pero tú, confía en Dios y cumple su voluntad. Él te pondrá muy en alto y te dará la tierra prometida. ¡Ya verás con tus propios ojos cuando los malvados sean destruidos! A mí me ha tocado ver a gente malvada y grosera, que se extiende por todos lados como si fuera un árbol frondoso. Pero esa gente pronto pasa; en un instante deja de existir; cuando la buscas, ya no la encuentras. Fíjate bien en la gente honrada, observa a los que hacen lo bueno; para esta gente de paz hay un futuro brillante, pero los pecadores serán todos destruidos; ¡el único futuro de los malvados es su total destrucción! Dios salva a los buenos. Cuando llegan los días malos, Dios es su único refugio. Dios les brinda su ayuda y los salva de los malvados; les da la victoria porque en él confían.
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