Mientras no te confesé mi pecado, las fuerzas se me fueron acabando de tanto llorar. Me castigabas día y noche, y fui perdiendo fuerzas, como una flor que se marchita bajo el calor del sol. Pero te confesé mi pecado, y no oculté mi maldad. Me decidí a reconocer que había sido rebelde contigo, y tú, mi Dios, me perdonaste.
Leer Salmos 32
Compartir
Comparar todas las versiones: Salmos 32:3-5
¡Guarda versículos, lee sin conexión, mira videos didácticos y más!
YouVersion utiliza cookies para personalizar su experiencia. Al usar nuestro sitio web, acepta nuestro uso de cookies como se describe en nuestra Política de privacidad
Inicio
Biblia
Planes
Videos