Dios me da fuerzas, Dios inspira mi canto; ¡Dios es mi salvador! Los justos, en sus casas, repiten este grito de alegría: «¡Dios con su poder ha alcanzado la victoria! ¡Alabemos su poder!» Aún no quiero morir. Quiero vivir y seguir hablando de lo que Dios ha hecho. Él me castigó con dureza, pero no me entregó a la muerte. ¡Ábranme paso, puertas del templo de Dios! Por ustedes solo pasan los que Dios considera justos. ¡Ábranme paso, que quiero darle gracias a Dios! ¡Gracias, Dios mío, porque me respondiste y me salvaste! La piedra que rechazaron los constructores del templo es ahora la piedra principal. Esto nos deja maravillados, pues Dios es quien lo hizo. Hagamos fiesta en este día, porque en un día como este Dios actuó en nuestro favor. Dios, Dios mío, ¡danos tu salvación, concédenos tu victoria! ¡Bendito el rey que viene en el nombre de Dios! Desde su templo los bendecimos a todos ustedes. Dios es nuestra luz. ¡Llevemos flores al altar y acompañemos al pueblo de Dios! Tú eres mi Dios; por eso te doy gracias y alabo tu grandeza. ¡Alabemos a nuestro Dios! ¡Démosle gracias porque él es bueno! ¡Él nunca deja de amarnos!
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