Querido jovencito,
si algún amigo te pide
que respondas por él
y te comprometas
a pagar sus deudas,
no aceptes ese compromiso,
pues caerás en la trampa.
No dejes que tu amigo te atrape;
¡mejor ponte a salvo!
Te recomiendo que vayas a verlo
y le ruegues que no te comprometa.
Que no te agarren de tonto;
mejor ponte a salvo,
como huyen del cazador,
las aves y los venados.
¡Vamos, joven perezoso,
fíjate en la hormiga!
¡Fíjate en cómo trabaja,
y aprende a ser sabio como ella!
La hormiga no tiene jefes,
ni capataces ni gobernantes,
pero durante la cosecha
recoge su comida y la guarda.
Jovencito perezoso,
¿cuánto más seguirás durmiendo?,
¿cuándo vas a despertar?
Te duermes un poco,
te tomas la siesta,
tomas un descansito
y te cruzas de brazos…
¡Así acabarás
en la más terrible pobreza!
Hay gente mala y sinvergüenza
que anda contando mentiras;
para engañar a los otros,
guiña el ojo,
apunta con los dedos,
y hace señas con los pies.
Esa gente solo piensa hacer lo malo,
y siempre anda provocando pleitos.
Por eso la desgracia
vendrá sobre ellos de repente;
cuando menos lo esperen,
serán destruidos sin remedio.
Hay seis clases de gente,
y puede añadirse una más
que Dios no puede soportar:
La gente orgullosa,
la gente violenta,
la gente mentirosa,
la gente malvada,
la gente ansiosa de hacer lo malo,
la gente que miente en un juicio,
y la que provoca pleitos familiares.