El que respeta una orden se respeta a sí mismo; el que deja de cumplirla dicta su sentencia de muerte. Prestarle al pobre es como prestarle a Dios. ¡Y Dios siempre paga sus deudas! Corrige a tu hijo antes de que sea muy tarde; no te hagas culpable de su muerte. Quien fácilmente se enoja sufrirá las consecuencias; no tiene caso calmarlo, pues se enciende más su enojo. El que oye consejo y acepta que lo corrijan acabará siendo sabio. El hombre propone, y Dios dispone. Todo el mundo quiere tener a alguien en quien confiar; todo el mundo prefiere al pobre más que al mentiroso. Obedece a Dios y vivirás; así dormirás tranquilo y no tendrás ningún temor. Hay gente tan perezosa que hasta de comer se cansa. El tonto solo aprende a través del castigo; al que es sabio le basta con solo ser reprendido. No hay hijo más malo ni más sinvergüenza que el que roba a su padre y echa a la calle a su madre. Querido jovencito, si no aceptas la corrección, te apartarás de los sabios consejos. Un testigo malvado se burla de la justicia; su alimento es la maldad. Para el malcriado, el castigo; para el tonto, los azotes.
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