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Proverbios 10:5-32

Proverbios 10:5-32 TLA

El que es precavido guarda comida durante el verano; el que duerme durante la cosecha termina en la vergüenza. Al hombre honrado, Dios lo bendice; al malvado, la violencia lo domina. Al hombre honrado, Dios lo bendice; al malvado, su mala fama lo destruye. El hombre sabio cumple una orden; el imprudente acaba en la ruina. El que vive honradamente lleva una vida tranquila. El que es sinvergüenza un día será descubierto. El engaño causa muchos problemas y la imprudencia lleva a la ruina. Las palabras del hombre honrado son una fuente de vida. Al malvado, la violencia lo domina. El odio produce más odio; el amor todo lo perdona. En los labios del sabio no falta la sabiduría; en la espalda del imprudente no faltan los garrotazos. El sabio sabe callar; el tonto habla y causa problemas. Al rico lo defiende su riqueza; al pobre no lo defiende nada. ¿Qué gana el justo? La vida. ¿Qué gana el malvado? El pecado. El que acepta la corrección tendrá una larga vida, pero quien no oye consejos no llegará muy lejos. Los mentirosos no muestran su odio, pero los tontos todo lo cuentan. Hablar mucho es de tontos; saber callar es de sabios. La palabra justa vale mucho; los planes malvados no valen nada. El buen consejo es ayuda de muchos, pero la imprudencia es trampa de tontos. La bendición de Dios es riqueza que viene libre de preocupaciones. Al tonto lo divierte la maldad; al sabio lo entretiene la sabiduría. Lo que menos desea el malvado es lo que más le sucede, en cambio al que es honrado se le cumplen sus deseos. Llegan los problemas, se acaban los malvados; ¡solo el que es honrado permanece para siempre! El mensajero perezoso es peor que vinagre en los dientes; ¡es peor que humo en los ojos! Quien obedece a Dios vivirá muchos años, pero el malvado no vivirá mucho tiempo. A los justos les espera la felicidad; a los malvados, la ruina. Dios cuida de los buenos, pero destruye a los malvados. Los buenos nunca fracasarán; los malvados no habitarán la tierra. Los buenos hablan siempre con sabiduría; a los malvados se les obliga a callar. Los buenos saben decir cosas bonitas; los malvados solo dicen cosas feas.