Pero Moisés contestó:
—Si matas a este pueblo de una sola vez, lo van a saber los egipcios, que te vieron sacar de su país a los israelitas. Luego los egipcios se lo contarán a las otras naciones, y ellas van a decir: “Dios no pudo llevar a su pueblo al territorio que les prometió. Por eso los dejó morir en el desierto”.
»Todos saben que tú cuidas a este pueblo. Saben que tu nube está sobre ellos y los guía, de día con una columna de nube y de noche con una columna de fuego; también saben que tu pueblo puede verte cara a cara.
»Por eso te pido que muestres tu gran poder. Tú mismo has dicho que tienes mucho amor y paciencia, y que por eso perdonas al pecador. Tú has dicho que castigas a los hijos, a los nietos y a los bisnietos, por la maldad de sus padres. Dios mío, si desde Egipto has aguantado a este pueblo, y si realmente es tan grande tu amor, perdónale este pecado.
Dios le respondió a Moisés:
—Está bien, si así lo quieres, voy a perdonarlos. Yo soy Dios, y mi fama es conocida en toda la tierra. Una cosa te juro: Ninguno de los que vieron los milagros que hice en Egipto y en este desierto, verá el territorio que les prometí. Ellos hablaron mal de mí, me pusieron a prueba muchísimas veces, y no me obedecen.
»Pero Caleb, mi servidor, no fue como los demás, sino que creyó en mi promesa. Por eso entrará junto con sus hijos en el territorio prometido, donde ahora viven los amalecitas y los cananeos. Ustedes, por su parte, irán mañana al desierto, en dirección al Mar de los Juncos.
Dios volvió a decirles a Moisés y a Aarón:
—Ya oí que los israelitas andan hablando mal de mí. ¿Hasta cuándo voy a soportar las quejas de este pueblo malvado? Ya que andan diciendo que los he castigado, los voy a castigar. Yo soy el Dios de Israel, y les juro que lo haré. Todos los que tengan más de veinte años, y que hayan hablado mal de mí, morirán en este desierto. Solo Josué y Caleb entrarán en el territorio que les prometí, y nadie más.
»Ustedes caerán muertos en este desierto, y allí quedarán tirados. Pero sus hijos, que ustedes pensaron que serían esclavos, sí entrarán en el territorio que ustedes despreciaron. Como ustedes no confiaron en mí, sus hijos andarán por el desierto cuidando ovejas durante cuarenta años; tendrán que esperar hasta que todos ustedes hayan muerto en el desierto.
»Para que aprendan lo terrible que es desobedecerme, los castigaré duramente. Les juro que lo haré. Ustedes exploraron el territorio durante cuarenta días, así que yo los castigaré un año por cada día. Cuarenta años andarán vagando por el desierto, hasta que se cansen y mueran.
Así fue como Dios castigó con la muerte a los que Moisés había enviado a explorar el territorio prometido, los cuales habían hecho que todos los israelitas se rebelaran contra Dios. De los doce exploradores, solo Josué y Caleb quedaron con vida.
Cuando Moisés les comunicó todo esto, los israelitas se pusieron muy tristes.
Al día siguiente, los israelitas se levantaron muy temprano y se fueron a la parte más alta de un monte. Allí le dijeron a Moisés:
—Aunque reconocemos nuestro pecado, de todos modos entraremos al territorio que Dios nos prometió.
Pero Moisés les contestó:
—¿Por qué desobedecen a Dios? No vayan a ese territorio, pues Dios no irá con ustedes y sus enemigos los van a derrotar. Ustedes se apartaron de Dios, y por eso él los ha abandonado. Si van a ese territorio, sus habitantes les saldrán al encuentro y los matarán.
A pesar de esta advertencia, los israelitas subieron al monte, pero Moisés y el cofre del pacto se quedaron en el campamento. Entonces los habitantes del país bajaron del monte y pelearon contra los israelitas. Los persiguieron hasta Hormá y los derrotaron por completo.