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Nahúm 1:1-8

Nahúm 1:1-8 TLA

Yo soy Nahúm de Elcós. En un sueño Dios me habló acerca de Nínive, y este es el mensaje que escribí contra esa ciudad: Nuestro Dios exige que le seamos fieles. Cuando se enoja, toma venganza de sus enemigos y de sus contrarios. Nuestro Dios es muy poderoso y siempre castiga a quien lo merece, pero también es un Dios paciente, y no se enoja con facilidad. Nuestro Dios camina entre las tormentas; las nubes son el polvo que levanta. Si reprende al mar y a los ríos, estos se quedan secos por completo y se marchitan las flores del Líbano, los campos de Basán y el monte Carmelo. En presencia de nuestro Dios tiemblan la tierra y sus habitantes, y los cerros y las montañas se sacuden. Cuando nuestro Dios se enoja, las piedras se hacen polvo, como si las partiera un rayo; cuando nuestro Dios se enoja, nadie puede mantenerse firme. Nuestro Dios es bondadoso y cuida de los que en él confían. En momentos de angustia, él nos brinda protección. Pero también destruye a sus enemigos; los arrastra como un río desbordado, ¡los persigue hasta en la oscuridad!

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