»El que va a traicionarme está aquí, sentado a la mesa conmigo. Yo, el Hijo del hombre, moriré tal como Dios lo ha decidido. Pero al que va a traicionarme le pasará algo terrible.»
Los discípulos empezaron a preguntarse quién de ellos se atrevería a entregar a Jesús.
Luego los discípulos empezaron a discutir sobre quién de ellos sería el más importante. Entonces Jesús les dijo:
«En este mundo, los reyes de los países gobiernan a sus pueblos y no los dejan hacer nada sin su permiso. Además, los jefes que gobiernan dicen a la gente: “Nosotros somos sus amigos, y les hacemos el bien.”
»Pero ustedes no deberán ser como ellos. El más importante entre ustedes debe ser como el menos importante de todos; y el jefe de todos debe servir a los demás.
»Piensen en esto: ¿Quién es más importante: el que está sentado a la mesa, o el que le sirve la comida? ¿No es cierto que se considera más importante al que está sentado a la mesa? Sin embargo, vean que yo, el Maestro, les he servido la comida a todos ustedes.
»Ustedes me han acompañado en los tiempos más difíciles. Por eso, yo los haré reyes, así como mi Padre me hizo rey a mí. En mi reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, se sentarán en tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel.»
Después, Jesús le dijo a Pedro:
—Pedro, escucha bien. Satanás ha pedido permiso a Dios para ponerles pruebas difíciles a todos ustedes, y Dios se lo ha dado. Pero yo he pedido a Dios que te ayude, para que te mantengas firme. Por un tiempo vas a dejarme solo, pero después cambiarás. Cuando eso pase, ayudarás a tus compañeros para que siempre se mantengan fieles a mí.
Enseguida Pedro le dijo:
—Señor, si tengo que ir a la cárcel contigo, iré; y si tengo que morir contigo, moriré.
Y Jesús le dijo:
—Pedro, hoy mismo, antes de que el gallo cante, vas a decir tres veces que no me conoces.
Luego, Jesús les preguntó a sus discípulos:
—¿Recuerdan cuando los envié a anunciar las buenas noticias y les dije que no llevaran dinero, ni mochila ni sandalias? Díganme, ¿les hizo falta algo?
Ellos le respondieron:
—No Señor, nada nos faltó.
Entonces Jesús les dijo:
—Pues bien, yo ahora les digo: el que tenga dinero, que lo traiga; y si tiene mochila, que la lleve con él. Si alguno no tiene espada, que venda su manto y se compre una.
»La Biblia dice acerca de mí: “Y fue considerado un criminal”. Les aseguro que pronto me pasará eso.
Los discípulos dijeron