Dios volvió a decirme: «Oseas, tu esposa te es infiel: tiene un amigo que es su amante. También los israelitas me son infieles, pues adoran a dioses falsos y comen de las ofrendas que presentan. Sin embargo, ve y ama a tu esposa, así como yo amo a los israelitas». Yo, Oseas, le pagué al amante de mi esposa quince monedas de plata y le di trescientos treinta kilos de cebada, para que ella volviera a vivir conmigo.
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