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Éxodo 14:6-22

Éxodo 14:6-22 TLA

Dios hizo que el rey se pusiera terco y saliera con su ejército a perseguir a los israelitas. Enseguida ordenó que le prepararan su carro de guerra, y junto con sus oficiales salió tras ellos. Se llevó seiscientos de los mejores carros de guerra, y todos los demás carros que había en Egipto. Los israelitas, por su parte, habían salido de Egipto cantando victoria. Poco después, los egipcios alcanzaron a los israelitas en el lugar donde Dios les había ordenado acampar. Cuando los israelitas vieron a lo lejos que el rey y su ejército venían persiguiéndolos, tuvieron mucho miedo y gritaron pidiéndole ayuda a Dios. A Moisés le reclamaron: —¿Por qué nos sacaste de Egipto? ¿Por qué nos trajiste a morir en el desierto? ¿Acaso no había en Egipto lugar para enterrarnos? ¿No te dijimos que no nos molestaras, y que nos dejaras trabajar para los egipcios? ¡Hubiera sido mejor seguir allá como esclavos, que venir a morir en el desierto! Moisés les respondió: —¡Tranquilos, no tengan miedo! Ustedes no se preocupen, que van a ver cómo nuestro Dios los va a salvar. A esos egipcios que hoy ven, no volverán a verlos nunca más, porque Dios peleará por ustedes. Pero Dios le dijo a Moisés: —¿Y tú por qué me pides ayuda? ¡Mejor ordena a los israelitas seguir adelante! Toma la vara y extiende tu brazo sobre el mar, para que se abra en dos; así el pueblo podrá pasar por en medio, caminando sobre tierra seca. Como yo haré que los egipcios se pongan tercos, ellos van a ir tras ustedes, pero entonces yo los destruiré. Y cuando haya derrotado al rey, y a todos sus ejércitos y carros, los egipcios sabrán que yo soy el Dios de Israel. ¡Voy a demostrarles mi gran poder! Entonces los israelitas avanzaron en dirección al mar. Mientras tanto, el ángel de Dios, que viajaba al frente de ellos, fue y se colocó atrás, quedando entre ellos y los egipcios. Lo mismo hizo la nube en forma de columna, la cual siguió alumbrando el camino a los israelitas, pero dejó en la oscuridad al ejército egipcio. En toda esa noche los egipcios nunca pudieron alcanzar a los israelitas. Moisés, por su parte, extendió su brazo sobre el mar, y Dios hizo que un fuerte viento soplara durante toda la noche. El viento partió el mar en dos, y en medio dejó un camino de tierra seca. El agua formaba dos grandes paredes, una a la derecha y otra a la izquierda. Por ese camino comenzaron a pasar los israelitas.