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2 Reyes 19:20-36

2 Reyes 19:20-36 TLA

Después Isaías le mandó este mensaje a Ezequías: «Nuestro Dios, el Dios de Israel, ha escuchado tu oración. Esto es lo que Dios dice de Senaquerib: “A ti, Senaquerib, Jerusalén te desprecia; los israelitas se burlan de ti a tus espaldas. ¿A quién insultaste y ofendiste? ¡Me ofendiste a mí, al Dios Santo de Israel! Tu mensaje es un grave insulto para mí. ”Tú presumes de tener muchos carros de combate y de haber subido con ellos a las más altas montañas del Líbano. Tú presumes de haber derribado los cedros y los pinos más altos y hermosos. Dices que has llegado a los lugares más lejanos y a los bosques más tupidos. Tu orgullo es haber hecho pozos y haber bebido el agua de otros países. Presumes de que a tu paso los ríos de Egipto se quedaron secos. ”¿Pero acaso no sabes, Senaquerib, que fui yo quien te permitió hacerlo? Desde los tiempos antiguos he planeado lo que ahora sucede. Por eso destruyes ciudades fortificadas y las transformas en un montón de escombros. Por eso dejas sin fuerza a sus habitantes; y los confundes y llenas de miedo. ¡Y se han vuelto como la hierba del campo, como el pasto verde; como la hierba de los tejados que se seca antes de crecer! ”Senaquerib, yo sé todo lo que haces; sé a dónde vas y de dónde vienes. Y sé que te enojaste contra mí. ¡Te enfureciste y te llenaste de orgullo! Pero voy a ponerte un gancho en la nariz, como se les pone a los bueyes, y un freno en la boca, como se les pone a los caballos; ¡voy a hacerte regresar por el camino por donde viniste!”» Después Isaías continuó diciéndole a Ezequías: «Voy a darte una señal que te hará saber lo que va a pasar: Este año y el próximo, lo único que el pueblo comerá será el trigo que crece por sí solo. Pero en el tercer año ya podrán sembrar y cosechar, plantar viñedos y comer las uvas. »Los habitantes de Judá que aún queden con vida serán como árboles bien firmes que producen mucho fruto. Porque no todos en Jerusalén morirán de hambre, sino que un pequeño grupo quedará con vida. Dios hará esto porque los ama mucho. »Dios quiere que sepas que Senaquerib no entrará a Jerusalén. No disparará ni una sola flecha; no la atacará ni construirá plataformas para subir por sus murallas. Tendrá que volver por donde vino. Dios ha dado su palabra. Dios protegerá esta ciudad, por amor a sí mismo, y por amor a David, quien le fue fiel en todo». Esa noche, el ángel de Dios fue y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados del ejército asirio, y a la mañana siguiente el campo estaba lleno de muertos. Entonces Senaquerib regresó a su país y se quedó en la ciudad de Nínive.

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