Por eso castigaré a tu familia. Voy a hacer que todos los varones de tu familia mueran. No quedará ninguno de ellos con vida en Israel. Así como se barre el estiércol de los animales hasta que no queda nada, así haré desaparecer a tus descendientes. A los miembros de tu familia que mueran en la ciudad se los comerán los perros, y los buitres se comerán a los que mueran en el campo. Yo soy Dios, y todo cuanto te he dicho sucederá”».
Después Ahías le dijo a la esposa de Jeroboam:
«Vete a tu casa. En cuanto entres en la ciudad el niño morirá. Entonces todo el pueblo de Israel llorará por él y lo sepultará. De la familia de Jeroboam solo él será sepultado, porque solo él agradó al Dios de Israel.
»Después, Dios pondrá en Israel un rey que acabará con toda la familia de Jeroboam, ¡y eso sucederá muy pronto! Dios hará sufrir a Israel así como la corriente de un río arrastra un árbol. Como Israel ha hecho enojar a Dios al fabricar imágenes de la diosa Astarté, Dios lo abandonará; lo sacará de esta buena tierra que le dio en el pasado, y lo desparramará más allá del río Éufrates. Todo esto pasará por culpa de Jeroboam, quien pecó contra Dios y también hizo pecar a Israel».
Entonces la esposa de Jeroboam se fue, y en cuanto llegó a la ciudad de Tirsá y entró en la casa, el niño murió. Todo el pueblo lamentó su muerte, y luego lo sepultaron. Así se cumplió lo que Dios había dicho por medio del profeta Ahías.
Todo lo que Jeroboam hizo durante su reinado, incluyendo las guerras que ganó, está escrito en el libro de la historia de los reyes de Israel. Jeroboam reinó veintidós años. Después murió y su hijo Nadab reinó en su lugar.
Roboam, el hijo de Salomón, fue el rey de Judá. Tenía cuarenta y un años cuando comenzó a gobernar. La capital de su reino fue Jerusalén, y su reinado duró diecisiete años. Jerusalén fue el lugar que Dios había elegido para que lo adoraran. La madre de Roboam era amonita, y se llamaba Naamá.
Los habitantes de Judá desobedecieron a Dios y pecaron mucho más que sus antepasados, y esto hizo enojar mucho a Dios. Construyeron pequeños templos, hicieron monumentos con piedra y madera en honor de la diosa Astarté, y los colocaron no solo en lo alto de las colinas, sino también bajo los árboles grandes. Además, permitieron que se practicara la prostitución en esos lugares, y así siguieron las costumbres despreciables de las naciones que no obedecían a Dios y que él había expulsado del territorio israelita.
Cuando Roboam empezó su quinto año de reinado, Sisac, rey de Egipto, atacó a Jerusalén. Se llevó los tesoros del templo y del palacio, incluyendo los escudos de oro que había hecho Salomón. Luego Roboam hizo escudos de bronce en lugar de los de oro, y los puso al cuidado de los oficiales que vigilaban la entrada de su palacio. Cada vez que el rey iba al templo, los vigilantes llevaban los escudos. Cuando regresaban, los ponían de nuevo en el cuartel.
Todo lo que Roboam hizo está escrito en el libro de la historia de los reyes de Judá. Este rey y Jeroboam siempre estuvieron en guerra.
La madre de Roboam se llamaba Naamá y era amonita. Cuando Roboam murió, lo enterraron en la Ciudad de David, en la tumba de sus antepasados. Su hijo Abiam reinó en su lugar.